Desde la psicología deportiva, nos centraremos en el nivel de rendimiento del seleccionado. Entendiendo al rendimiento como el camino y las causas que nos lleva a obtener determinados resultados, debemos hacer un paréntesis en dos momentos del encuentro pasado para entender mejor esta concepción: el del primer tiempo, en donde se pudo observar al equipo argentino con un plan de juego definido, por momentos fluido y que se ejecutaba de manera direccionada; y el de los segundos 45 minutos, en donde se pudo apreciar la escasa disponibilidad de recursos psicológicos para revertir la situación adversa que exigía el partido.
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Las condiciones centrales que definen a los deportistas de alto rendimiento es el saber hacer, en condiciones de estrés, con capacidad de reversibilidad. Estos aspectos, influyentes en el rendimiento, estuvieron ausentes en el transcurso del último tramo del partido, agregado a la falta de un integrante con la personalidad adecuada encargado de regular las emociones dentro y fuera del campo.
El alcance en el rol del entrenador encontramos que debiera ser el encargado de orientar a sus dirigidos en las situaciones de estrés y no al revés. Percibir al entrenador desbordado emocionalmente acrecienta de manera negativa el contexto.
La ausencia de un líder emocional entre los jugadores es el gran aspecto para remarcar. Ante la falta de coordinación y el exceso de individualismo (dos aspectos de común aparición de los momentos tensos de un juego), es imprescindible la necesidad de un líder emocional, que no precisamente debe ser el mejor ejecutante técnico y táctico, pero sí el responsable de organizar y guiar al resto del equipo en la regulación de sus emociones y en el foco de su atención en el plan de juego y no en las consecuencias dramáticas de no conseguir la vistoria.
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Está más que claro que Argentina posee un líder técnico y operativo, que es el que “sabe hacer”. Pero muchas veces no basta con un liderazgo de tipo técnico, sobre todo en los momentos de crisis.
El liderazgo emocional incluye el manejo de las emociones de forma efectiva y el que durante las situaciones de estrés tiene capacidad de reversibilidad dentro de un equipo. En síntesis, este líder emocional -que no posee la Selección Argentina- es la persona capaz que debe implicarse e implicar a los demás, es el responsable de dirigir, decidir y ejecutar el plan en función del equipo.