Históricamente la Copa América le dio muchas alegrías a Argentina. Con 28 finales, es el país con más partidos definitivos jugados y con 14 títulos es la segunda selección con más campeonatos en el continente. La Copa América de Ecuador en 1993 fue la última vez que Argentina levantó una copa. Tras 26 años sin gritar campeón, todos los cañones apuntan a Brasil para cortar la racha más larga sin títulos en la historia argentina.
El entrenador ya dio el primer gran paso. Eligió 23 nombres sobre miles de jugadores en las principales ligas del mundo. La lista es lógica, equilibrada y sensata. No hay grandes ausencias ni presencias inentendibles. Hay sorpresas y algunas polémicas, por supuesto. Es imposible conformar a un país con 44 millones de entrenadores.
La primera promesa del entrenador Scaloni, al menos por el momento, se cumplió. Solo nueve jugadores se repiten del papelón del último mundial y, paso a paso, se va materializando la tan esperada renovación. Con seis convocados, la Superliga argentina es el torneo que más jugadores provee a la selección y ese también es un gesto de que se está apostando a las promesas de nuestro fútbol.
Todo hace indicar que al primer traspié Scaloni quedará afuera de la Selección.
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De los sobrevivientes de Rusia el que más resistencia genera es Ángel Di María. Su presencia se puede explicar en que no hay grandes referentes en su puesto y que en ese sector de la cancha el DT quiera acompañar a Messi con alguien de su confianza. El "Kun" es otro de los resistidos, pero a fuerza de goles y títulos en Inglaterra, Sergio Agüero logró meterse en la lista. El presente del delantero es inmejorable y, sin grandes figuras en su puesto en la Selección, dejarlo afuera sería un grave error.
En la lista hay tres cordobeses con realidades diferentes en sus clubes y en la selección. Renzo Saravia demostró que no le pesó la camiseta y, aunque todavía tiene mucho por demostrar, se consagró anulando a Neymar en el amistoso contra Brasil. Paulo Dybala sigue sin estar a la altura en la selección y su convocatoria es más un mimo y un empujón anímico que una ratificación a su presente. El caso de Matías Suarez es distinto. En River está volviendo de una lesión, pero cada vez que jugó demostró todo su talento y jerarquía. Lamentablemente queda la sensación de que si hubiese seguido en Belgrano nunca hubiera sido llamado a la Selección.
Pero ahora vienen las dudas y los temores. A la tranquilidad que brinda una convocatoria de buenos jugadores y con un gran futuro se le contrapone el presente de un entrenador sin experiencia ni pergaminos. Históricamente se creyó que dirigir la Selección debiera ser un posgrado para quien demostrara una larga y exitosa carrera como entrenador. Sin embargo, la realidad de Scaloni está más cerca de una pasantía que de un doctorado.
La presencia de Menotti sentado al lado de Scaloni en la conferencia de prensa de presentación de la lista genera desconfianza. Lejos de darle apoyo al joven entrenador, su compañía pareciera indicar que Scaloni tiene poca libertad y deberá rendir cuentas permanentemente al entrenador campeón en 1978. No recuerdo que en ninguna parte del mundo el DT haya estado al lado de un mánager para dar respuestas a los periodistas. En este contexto, todo hace indicar que al primer traspié Scaloni quedará afuera de la Selección.
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Hace unos días el entrenador habló sobre los objetivos de Argentina en la Copa América y, lejos de apuntar al campeonato, se limitó a decir que la meta es que los nuevos jugadores sumen minutos y de vayan consolidando para el futuro. Creo que ningún equipo del mundo que cuente con Messi en sus filas pueda plantearse como objetivo participar y "sumar minutos". Con ese panorama, y La Pulga pisando los 32 años, espero no resignarme a la idea de no poder ver a Messi levantando una copa con Argentina antes de su retiro.
Desde la dirigencia tampoco dan señales tranquilizadoras. Ratificar un DT es darle confianza y tiempo de trabajo. Pero firmarle contrato solo hasta después de la Copa America no es apostar a un proyecto, sino únicamente a resultados. Y si la aventura no da frutos se deberá buscar otro entrenador, con otra filosofia, jugadores, estilo de juego y metodología. En fin, sería una vez más comenzar de cero.
Faltan pocos días para que la pelota vuelva a rodar. Sin bases consolidadas, muchos volverán al ritual de siempre: pedir que el mejor jugador del mundo se ilumine y nos saque del barro. Pero yo no creo en los milagros. Ni en el fútbol ni en la vida. Solo creo en los frutos que se recogen del trabajo realizado. Hay tiempo y recursos disponibles. Es momento de entrenar y formar un equipo que vuelva a enamorar a la gente.