Fue el día del paro, no había colectivos, no había víctimas en las paradas y le tocó a ella. Salió del Bar Tango donde trabajaba, caminó una cuadra y en la esquina del Pediátrico a las seis de la tarde casi la matan.
Hoy te conmueve verla tan entera y tan destrozada. Hoy se pintó las uñas, hoy se puso linda y me contó de sus ganas de volver al bar, de volver a los mil abdominales y a correr en la costanera.
Desde el 2004 empezó a correr. Empezó a correr porque no tenía plata para el gimnasio. Corrió desde el puente centenario hasta el puente Santa Fe.
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Y después hasta la Isla de los Patos. Y después hasta el puente Cantón y un día como una Forrest Gump con tonada llegó hasta el Kempes como quien no quiere la cosa. Y después llegaron los mil abdominales día de por medio. Por eso no la mataron los que la asaltaron y no le importó un carajo la vida de Viviana.
Es que Viviana es hermosa con sus uñas pintadas y su gorro y sus ganas de vivir. Son demasiadas cosas bellas para arrebatarlas con tanta miseria. Dan ganas de abrazarla y que te cuente un chiste y te salve la vida. Ella que sabe de salvarse.