Quizás la confesión ilumine aún más la importancia del hecho: cuando la producción de Telenoche propuso un dúplex con el noticiero de Canal 8 no me pareció una idea significativa. Realizaríamos una nota conjunta con el matrimonio Silvia Franco/Luchi Ybañez que tenían la curiosa coincidencia de ser periodistas uno de cada canal.
Yo veía la nota como autorreferencial. Periodismo de periodistas. Hubo cientos de parejas confinadas por la cuarentena del COVID 19, y muchas habían contado su experiencia en los medios. Nada nuevo bajo el sol, pensé, y me equivocaba.
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Por fortuna, mis compañeros estaban entusiasmados y el dúplex se hizo. Por suerte, también, en el 8, respaldaron la idea. Cuando a eso de las 9 de la noche del viernes nos saludamos al aire con Lalo Freyre, Gerardo López y Cruz Gómez Paz, creo haber entendido que estaba ocurriendo algo esencial.
La entrevista fluyó compacta, amigable, sin necesidad de precauciones, como si se tratase de un matrimonio más amplio que entre dos personas. Luchi admitió haber sentido culpa por el contagio de su familia y nos emocionamos todos. Creo adivinar que ninguno especulaba con el tamaño de la pantalla, el protagonismo de los conductores o el orden de las preguntas.
+ VIDEO: el momento de la transmisión en simultáneo:
No es poca cosa lo que se hizo. Más allá del rimbombante calificativo de “histórico” (que lo fue), dos medios que se presumen competidores, rivales, poníamos por encima de ese interés mezquino la necesidad informativa de la gente y la solidaridad humana para con los compañeros.
Dirán quienes esto leen si fue un ejemplo para algo o alguien. Básteme decir que para mí fue una lección. No debo olvidarme que cada puerta que se abre, por insignificante que parezca, necesariamente construye más futuro que una que se cierra. Y volví a sentir que hay un mundo, hay miradas, hay afectos que cuidar. Porque nos involucran a todos. Bastante más allá de nuestras diferencias.