Ucrania logró su segunda gran victoria estratégica en la guerra contra las fuerzas rusas: la recuperación de casi nueve mil kilómetros cuadrados en los alrededores de Jarkov.
La primer gran victoria estratégica se dio al comienzo de la invasión, cuando numerosas divisiones de blindados y caravanas de camiones con tropas y artillería ingresaron desde Bielorrusia y avanzaron hacia Kiev, encontrando allí una formidable defensa que desarticuló los planes de ocupar la capital.
Aquel éxito ucraniano obligó al alto mando ruso a reformular totalmente su plan y desplazar hacia el este del país invadido las fuerzas que habían intentado controlar el centro.
La reagrupación en el este buscó consolidar sus bastiones más seguros, Donestk y Luhansk, para avanzar desde allí hacia Jarkov, en el noreste; hacia la costa del Mar de Azov, en el sureste, y hacia el suroeste, procurando ocupar Mikolaiv para avanzar desde allí hacia Odesa.
En el avance hacia el noreste, los rusos habían logrado controlar la totalidad del oblast de Jarkov, pero no su capital y segunda ciudad más grande y poblada de Ucrania. La resistencia ucraniana había podido evitar la caída de la urbe del mismo nombre del oblast (territorio provincial). Pero en las últimas dos semanas, dando señales de que se disponían a una ofensiva en gran escala para expulsar a las tropas rusas del área que rodea a Mykolaiv y Zaporiyia, engañaron al mando ruso y lanzaron un vasto contraataque para expulsar al ejército invasor del noreste, recobrando el control de un vasto territorios con decenas de aldeas y ciudades.
El logro militar ucraniano incluyó un desbande de las fuerzas rusas, mostrando su fragilidad logística y la escasa motivación de las tropas. Pero esto no quiere decir que el ejército invasor esté derrotado.
Intentará reagruparse y volver a la ofensiva y el Kremlin puede aún disponer de reclutamientos masivos para lanzar mareas humanas sobre Ucrania. No obstante, que la última palabra aún no esté dicha, no le resta significación al triunfo de la operación ucraniana en Jarkov. Y esa significación está en haber mostrado que Ucrania puede vencer a Rusia.
Si eso ocurriera, un terremoto político modificaría el escenario del poder en Moscú. Cada vez que Rusia perdió una guerra hubo cambios políticos muy grandes. En la Guerra de Crimea que estalló en 1853, el Imperio Ruso, con Grecia como aliado, enfrentó al Imperio Otomano apoyado por Francia, Gran Bretaña y el Reino de Cerdeña. La derrota rusa en aquel conflicto no solo le abrió el camino al trono a Alejandro II, sino que permitió el clima propicio para que ese zar pudiera implementar las reformas más importantes desde los tiempos de Pedro el Grande.
Del mismo modo, la derrota de la flota del zar en la guerra con Japón de 1904-1905, generó lo que se dio en llamar Primera Revolución Rusa, que implicó promulgar una constitución y establecer la Duma Estatal del Imperio Ruso.
Otra derrota que causó sismos políticos y transformaciones inmensas, fue la del ejército soviético en Afganistán. Aquella derrota frente a milicias tribales abrió paso a la Glasnost y la Perestroika, programa de reformas impulsadas por Mijail Gorbachov que marcó el comienzo del fin de la URSS, del mismo modo que la derrota rusa en la primera guerra contra el independentismo checheno modificó el gobierno del presidente Boris Yeltsin, abriendo el camino al cargo de primer ministro a Vladimir Putin.
Todo el poder que Putin construyó a partir de entonces, podría desmoronarse como un castillo de naipes si la invasión a Ucrania termina en un fracaso. Incluso si solo logra retener Donestk y Luhansk, los enclaves rusófonos donde las fuerzas invasoras tienen respaldo en la población, el costo sideral de la guerra, las bajas en las filas rusas y la cantidad de muerte y destrucción ocasionada a un vecino que no había atacado a Rusia, generarán un tembladeral político que hundiría a Putin.
El ultranacionalismo podría conservar el control sobre el Kremlin si la presidencia queda en manos de alguno de los personajes más cercanos a Putin, como el jefe del FSB Alexander Bortnikov; el secretario del Consejo Nacional de Seguridad Nikolai Petrushev o el ex presidente y ex primer ministro Dmitri Medvedev. Pero la crisis política que provocaría un fracaso de la catastrófica invasión a Ucrania, podría incluso abrir las puertas del poder a la dirigencia liberal que tiene exponentes como el encarcelado Alexei Navalni.
Putin lo sabe, por eso es posible que recurra a un reclutamiento masivo o, incluso, a las armas tácticas, o a bombardeos de saturación que demolerían Kiev y demás ciudades ucranianas, antes que aceptar una derrota que lo derribaría del poder.