El cambio de rumbo que representa el nuevo gobierno tiene una diferencia crucial con el que impulsó Mauricio Macri: Milei no promete brotes verdes ni segundo semestre.
El líder libertario ganó las elecciones diciendo que iba a ajustar y lo está cumpliendo. En su discurso de asunción repitió hasta el cansancio "no hay plata” y fue ovacionado.
En tan sólo una semana presentó un mega DNU y una ley ómnibus con amplias reformas del Estado y las críticas que recibe no le hacen ni cosquillas: “Les aviso que hay más”, responde desafiante.
El presidente parece haber tomado nota del profundo descrédito social que sufre el kirchnerismo. Después del frustrado gobierno de Cambiemos, prometieron volver mejores y no cumplieron.
Dijeron que "nos iban a llenar la heladera" y nos dejaron con 45 por ciento de pobreza. Aseguraron que “la Argentina de los vivos se terminaba” y nos avergonzaron con una fiesta clandestina en Olivos en plena cuarentena. Nos entusiasmaron con el “plan platita” y nos devolvieron una inflación récord.
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Este rosario de frustraciones hace que el kirchnerismo pierda su poder de fuego para desgastar a sus adversarios. Lo que hicieron fue tan malo que carece de autoridad moral para ser un actor protagónico en la discusión de la Argentina que viene.
Una mayoría social parece apoyar el contenido de los cambios impulsados por Javier Milei, aunque no gusten las formas.
A pesar de la inflación galopante que podría acercarse al 30 por ciento en diciembre, hay gente que celebra que si se divorcia de común acuerdo no tenga que pagarle una fortuna al abogado. O si tiene que comprar un analgésico de venta libre pueda hacerlo en el almacén del barrio. O si tiene el privilegio de viajar al exterior pueda traer una computadora para uso personal sin tener que sentirse un delincuente.
Las encuestas parecen reflejar el incipiente abrazo de una porción mayoritaria de la ciudadanía argentina a las ideas de la libertad. Esa misma mayoría que celebra que CGT convoque en tiempo récord a un paro nacional para que los sindicatos “queden expuestos”.
Javier Milei transita en medio de decretos y leyes la famosa “luna de miel” de la que gozan los nuevos mandatarios. La calle le brinda su apoyo. Pero si más temprano que tarde no llegan las buenas noticias se cansa y deja de hacerlo. Y eso suele suceder de un día para el otro.