Teniendo en cuenta los históricos antecedentes de violencia de Luz y Fuerza frente a cualquier conflicto en el que estuviera en discusión alguno de sus múltiples privilegios, el paro por 72 horas que arrancó hoy es una respuesta mesurada del gremio. Por mucho menos han provocado daños significativamente mayores. Así lograron sostener durante más de cuatro décadas una burbuja de opulencia financiada por usuarios acostumbrados a subsidiar un servicio caro y deficiente.
El disparador de este paro es una discusión en torno a la manera de liquidar la llamada Bonificación Anual por Eficiencia (BAE), una especie de súper aguinaldo extra que significa entre el 100 y el 260 por ciento del sueldo, un plus que sólo existe en ese paraíso artificial que es la EPEC. Para más del 58 por ciento del personal, ese pago extra será esta vez de más de 200 mil pesos. Incluso hay 39 casos que superan los 600 mil.
Todo esto en paralelo a los sueldos y aguinaldos de rutina. Aclaración: las cifras son en bruto. Con los descuentos, incluido el impuesto a las Ganancias, cada empleado termina recibiendo aproximadamente un 40 por ciento menos.
Las autoridades pretender pagar este bono en diez tandas. Algunos empleados ya cobraron la BAE en febrero, otros en marzo y así en adelante hasta llegar casi hasta a fin de año. Luz y Fuerza pretende acelerar los pagos, lógicamente. No es lo mismo recibir 350 mil pesos (o el monto que sea) hoy que hacerlo en septiembre...
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Lo verdaderamente novedoso es esto: la BAE se ha achicado como nunca, por efecto de la baja actualización que tuvieron los sueldos de la EPEC durante 2018 sin que hubiera grandes desmanes. Las subas salariales en la empresa fueron del 10 por ciento, contra una inflación de casi el 50 por ciento. Es decir, comparativamente, la BAE que se paga este año, calculada en base a los sueldos del año pasado, nunca fue tan baja. Esas 200, 300 o 500 "lucas" extra que va a recibir ahora cada empleado de la EPEC eran, comparativamente, bastante más altas en años anteriores.
La racionalización en los sueldos es real, comprobable. Fue decidida por el Gobierno provincial en el marco del proceso nacional de quita de subsidios que exponía las distorsiones tarifarias entre los distintos distritos. Y se viene cumpliendo con una saludable calma.
Por supuesto que hubo marchas, quema de cubiertas e interrupciones en el servicio que demoraron en ser reparadas más de la cuenta. Pero, en líneas generales, Luz y Fuerza no sometió a la población a las dosis de violencia que aplicaba en el pasado. El propio gremio parece haber asumido que, en el contexto histórico actual, ciertos privilegios eran insostenibles. O las prácticas brutales con los que los defendían se volvieron, por un cambio cultural, socialmente inaceptables.
Más luz y menos fuerza.