Lo primero que pensé fue en mis contactos estrechos y repasé en retrospectiva a cuantas personas saludé, entrevisté y crucé en esa semana… Al mismo tiempo, traté de recordar cuán cerca había estado de mi compañero Marcelo en esos días.
Y la verdad es que sentí alivio por un lado, ya que usamos todas las medidas de seguridad, pero por otro me subió la adrenalina pensado en un posible contagio a través del uso del micrófono que mi camarógrafo enciende y prueba antes de dármelo a mí para salir al aire.
Lo que pasó después fue increíble. Del resultado de mi hisopado dependían un sinnúmero de personas, entre ellas un alto funcionario de la Municipalidad, que había ido al piso en el programa del Lagarto y se había maquillado en la misma sala en que me maquillan a mí antes de ir al centro, a "la esquina del vecino" en Rivadavia y 25 de mayo.
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Como ustedes saben, los movileros estamos bastantes expuestos y tenemos muchas relaciones diarias con conocidos y desconocidos. Desde el momento en que el conductor del programa expuso la situación de mi compañero fueron incesantes los llamados preguntándome si yo también tenía coronavirus. Hubo vecinos que me preguntaron si culpa mía iban a tener que cerrar el barrio. Créanme que sentí en carne propia lo que viven los profesionales de la salud.
En ningún momento tuve síntomas y el resultado de mi primer hisopado dio negativo, pero para ser honesta los llamados telefónicos que recibí me hicieron tener más miedo a un posible escrache social que a la enfermedad misma.
Algunos me preguntaron si ya estaba internada con respirador, otros me decían que se arrepentían de haberse sacado una foto conmigo o de haber compartido una mesa en un bar. Entiendo la preocupación, porque yo podía ser una asintomática que contagia, pero hay que saber que si la persona tiene las defensas altas y se cuida, con las medidas de bioseguridad hay poca probabilidad de que el coronavirus se transmita y sea letal. Aunque distinta es la situación de los vulnerables, entre ellos mi hijo con problemas respiratorios y mis padres adultos mayores, por quienes realmente sentí temor.
Por ser contacto estrecho de un caso positivo tuve que hacer la cuarentena de 14 días (encerrada) hasta un segundo chequeo. En un momento pensé qué hubiese tenido que hacer si me daba positivo (quizás exiliarme a Beirut), porque al no aparecer en pantalla, comenzaron a hacerse un sinfín de especulaciones. Esa fue la razón por la que publiqué el resultado de mi primer hisopado negativo y también para que muchos respiren tranquilos y entiendan que no iba a trabajar pese a estar sana y sin síntomas.
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El martes 11 de agosto me hice un serológico cuyo resultado negativo me abre la puertas al alta médica y a una vida "normal". Pero me queda una reflexión: hay que sentir respeto por la enfermedad y cuidarse (barbijo, alcohol en gel, distanciamiento social), pero tampoco sentir ese pánico que transforma prevención en ira y condena social para enfermos y sanos.
Ya tenemos demasiadas cosas que nos desunen, en algunos casos más temibles que la pandemia misma.