La Argentina de los laberintos, las encerronas y esa gran paradoja de que los dos dirigentes con mayor rechazo son los que más (y los únicos con) posibilidades tienen de acceder al poder tenía que tener estas jugadas complejas, intrincadas, casi sin explicaciones de parte de sus protagonistas.
Cristina Fernández de Kirchner es la jefa de su espacio y dueña de un capital político pero decidió ir de candidata a vicepresidenta en nombre de la amplitud. La expresidenta mostró mucha centralidad y manejo de la escena pero desnudó que ella encabezando no llegaba.
Mauricio Macri es la cabeza del proyecto gobernante pero terminó llamando a un peronista también en nombre de la amplitud. El presidente tendrá ahora la centralidad por estas horas pero está admitiendo que con el armado que siempre usó en sus anteriores candidaturas de un incondicional o con alguien de su endeble Cambiemos no le alcanza para seguir en el cargo.
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Macri y Cristina están tan fuertes como débiles. Fuertes porque son los únicos que tienen chances de acceder. Débiles porque necesitan de unas alquimias a la que ninguno de los dos es muy afecto.
Pichetto le ha sido más que funcional a Macri, a quien ahora le ofrece los servicios de un peronista dentro de la coalición menos peronista que ha tenido la política argentina.
El Presidente esperó hasta último momento el devenir de ese peronismo republicano, federal, de centro o como se llame, que demostró cierta capacidad en las elecciones de las provincias pero sucumbió al momento de ofrecer algo competitivo por la presidencia.
Y cuando Macri vio que eso ya no servía para dividir el voto opositor fue por el más “leal”. Miguel Ángel Pichetto, un rionegrino que consagró su vida política a los tejes parlamentarios, no coincidía en muchas cosas con los Kirchner pero fue un leal jefe del bloque en el Senado y prestó servicios a la causa hasta el día que dejaron el poder. De ahí en más, le ha sido más que funcional a Macri, a quien ahora le ofrece los servicios de un peronista dentro de la coalición menos peronista que ha tenido la política argentina.
En el mismo momento, el devaluado Sergio Massa regresa sin gloria al kirchnerismo y deja la dupla Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti en una posición de extrema debilidad. La avenida del medio es un sendero casi sin demarcación.
Efecto y urnas lejanas
El efecto de centralidad está garantizado por estos días para la flamante fórmula de Cambiemos como lo tuvo hace unas semanas la de los Fernández.
La traducción de votos es una gran incógnita. Porque las primeras mediciones después del anuncio del binomio kirchnerista le fueron más o menos alentadoras pero después se estancó.
Todavía faltan mover piezas antes del cierre de listas y sigue faltando mucho para que la gran mayoría de argentinos se ponga a pensar a quién va a votar.
Por ahora, son sólo movimientos en la Argentina de las paradojas y en la que los fuertes son muy débiles.