Esa tos alérgica que me sigue desde hace más de un mes tomó en la pandemia formas de dudas, temores e incertidumbre. Qué me pasó desde aquella carraspera a este resultado del test.
Muchos, cientos, miles de pensamientos se le pueden pasar a una persona por la cabeza desde el momento que se somete al hisopado para confirmar o descartar coronavirus hasta conocer el resultado del testeo.
Al menos esta fue mi experiencia en el transcurso de las 24 horas posteriores a la horrible sensación de sentir que una varillita con un hisopo te raspa la garganta hasta provocarte náuseas.
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Tengo tos desde hace más de un mes, incluso desde antes del decreto que estableció el aislamiento preventivo. Ser alérgico no colabora con los hipocondríacos porque en este contexto de pandemia y crisis sanitaria, cualquier síntoma los hace sentirse enfermos de coronavirus.
Por aquellos días, también presenté febrícula en días salteados de no más de 37,2° y se lo comuniqué a mi médico de cabecera, Néstor Benítez. Ese combo de síntomas me alertó pero intenté ser cauto y confiar en mi médico, quien me revisó, controló la temperatura y auscultó los pulmones, entre otros chequeos clínicos.
Yo no venía de ningún viaje e intenté siempre tomar la mayor cantidad de medidas de seguridad sanitarias, según los requerimientos del Ministerio de Salud y la OMS.
El médico me dijo que estuviera tranquilo porque no advirtió nada extraño y no encuadraba en “la definición de caso sospechoso” de aquel momento. Sin embargo, la tos siguió.
Llamada
Es por eso que un par de días después llamé al número indicado para la atención exclusiva para posibles casos sospechosos. Me hicieron el triage (sistema de selección y clasificación de pacientes en las urgencias) por teléfono y del otro lado de la línea coincidieron con mi médico.
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Continué con mi tarea durante el último mes, siempre tratando de respetar cada indicación de las autoridades sanitarias para no comprometer mi salud pero, fundamentalmente, la de mis familiares, compañeros de trabajo, colegas, entrevistados y otros ciudadanos.
El lavado de mano y cara, la utilización del alcohol en gel y la distancia social, fueron medidas adoptadas desde el principio. Luego, incorporamos una varilla para sostener el micrófono y más tarde sumamos la utilización de tapabocas.
Seguía
Pero la tos seguía. Nunca se fue. Acaso puede ser una respuesta psicológica al estrés que supone este contexto histórico tan difícil para todos, para vos y para mí. No lo sé.
Sin embargo, mi preocupación creció en las últimas semanas mientras cambió más de una vez “la definición de caso sospechoso” y se conocieron varios casos asintomáticos en el país y en nuestra provincia.
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Esta semana, concurrí al Hospital Rawson para entrevistar a su director, el infectólogo Miguel Díaz, y le comenté mi situación. Fue una consulta informal en medio del trabajo, pero el momento propicio ante una autoridad sanitaria para despejar mis dudas y temores.
El médico enseguida entendió que ameritaba un testeo mediante el hisopado.
Las dudas
Al ratito me ficharon con todos mis datos y esperé mi turno en el sector de Consultorios externos del hospital.
Con el uniforme sanitario y con todas las medidas correspondientes, el médico de nombre Quimey me hizo pasar a una sala de atención y propuso una serie de preguntas personales con enfoque clínico, antes del hisopado.
El profesional auscultó los pulmones y luego, en simultáneo, midió con un oxímetro la cantidad de oxígeno en sangre en uno de mis dedos y tomó la temperatura corporal con un termómetro de mercurio debajo de la axila.
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Y luego vino lo peor: el raspaje en la garganta con una varillita con un hisopo en la punta. Inolvidable y espantosa sensación.
Desde ese momento hasta este viernes al mediodía traté de contabilizar las personas con las que había tenido contacto estrecho en los últimos días, pese a las medidas sanitarias. Uno quiere no tener el virus, pero menos quiere haber contagiado.
También pensé qué pasaría con mi trabajo, cómo comunicaría en el caso de ser positivo y cuántos reproches recibiría.
La alergia va y viene. La tos sigue. Pero el resultado de esta experiencia fue negativa, en todo sentido. Hay resultados negativos que son muy positivos.
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