Donald Trump casi no habla de la guerra en Ucrania porque es un admirador de Vladimir Putin y porque el jefe del Kremlin lo ayudó a llegar a la Casa Blanca. Elon Musk piensa igual que Trump pero calcula sus expresiones públicas, siempre dirigidas a favorecer la posición de Rusia.
El magnate ultra-millonario que se adueñó de Twitter, al menos dice estar del lado del país invadido para matizar sus razonamientos siempre elípticamente favorables a Moscú. Pero su afirmación sobre lo que implicaría el intento ucraniano de recuperar Crimea, parece estar más cerca de la realidad que las aspiraciones de Volodimir Zelenski.
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Ningún líder de las potencias occidentales que están ayudando a Ucrania, parece atreverse a decirle al presidente ucraniano algo que a esta altura parece evidente: Ucrania debe aceptar que es imposible recuperar la totalidad de su territorio hoy ocupado por las fuerzas invasoras. Y el mayor ejemplo de lo irrecuperable es Crimea.
Si el ejército ucraniano no fue por la reconquista de la península en el 2014, cuando fue ocupada y anexada por Rusia, no puede aspirar a recuperarla ahora.
Ucrania puede aspirar a la recuperación completa de Mariupol y su costa sobre el Mar de Azov, y también de grandes extensiones de territorios al Este del río Dniéper. Pero debe aceptar la realidad de que al menos partes de Donetsk y Lugansk queden en el mapa de Rusia.
Sin esa alteración de los mapas preexistentes al inicio de la invasión, es imposible que exista un final a éste conflicto que no implique un cataclismo atómico.
Si Rusia quedara al borde de perder la totalidad de lo invadido, incluida Crimea, se harán realidad las amenazas de guerra nuclear que vienen repitiendo altos jerarcas rusos, como el número dos del Consejo de Seguridad, Dimitri Medvedev.
No es fácil admitirlo en un país cuyos guerreros están luchando con un coraje y una eficacia sorprendentes. Zelenski y los jefes militares ucranianos tienen razones para pensar que es posible recuperar hasta el último centímetro de territorio invadido. Es ciertamente posible que, si Alemania les entregara los tanques Leopard que lleva tiempo reclamando Kiev, y Estados Unidos los tanques M1 Abrams y los sistemas defensivos antiaéreos que pueden neutralizar misiles hipersónicos y misiles de crucero como los KH-22, creados para hundir portaaviones, los ucranianos podrían vencer totalmente al ejército ruso y a los mercenarios del Grupo Wagner que están en su territorio.
Pero el triunfo posible para Ucrania depende de que Rusia no recurra a sus arsenales convencionales más devastadores y a sus proyectiles nucleares. En la guerra de tropas contra tropas, gana Ucrania. Pero es imposible pretender que Vladimir Putin acepte esa derrota para no llevar la guerra al terreno al que podría llevarla y en el que la asimetría es absoluta a favor de Rusia.
Eso es lo que podría no estar entendiendo Zelenski. Y en eso, los razonamientos de Elon Musk enfocados en Crimea tienen una lógica incuestionable, aunque esté oficiando de amplificador de las amenazas atómicas que vocifera Moscú para trazar la línea roja.