La niña con un abrazo amoroso rompió el protocolo estricto. Se fue corriendo a buscar los brazos de la seño.
Nos mostró que en su mundo de juguete no existen las pandemias, el distanciamiento social, el miedo, el prohibido dar un lindo beso o los abrazos bien fuertes. ¡Qué difícil estar en la piel de esa seño del jardín maternal!
¿Qué habrá pensado cuando la niña arrancó ese trotecito de afecto y amor con sus brazos bien abiertos? ¿Cómo hace para pararlo y aplicar un frío protocolo?
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Es imposible imaginar como será el mundo post pandemia si esto sigue así. ¿Por cuánto tiempo más tendremos que soportar estos muros que le ponen un límite al afecto entre las personas?
Todos, de una forma u otra, somos esa niña de Colonia Caroya. Todos, de una forma u otra, somos esa maestra de jardín.