Las urnas francesas decidirán este domingo si Francia se mantiene más cerca de Ucrania y de la OTAN, o se corre hacia la vereda del presidente ruso.
Marine Le Pen y Emmanuel Macron representan los dos polos opuestos de la política francesa. En términos económicos, la candidata de la extrema derecha está más cerca del izquierdista Jean Luc Melenchon que del modelo de capitalismo que representa el actual presidente. La izquierda que sigue a Melenchon es contraria a la visión que Le Pen expresa sobre la inmigración y la diversidad cultural, pero comparte su desprecio al europeísmo occidentalista y liberal que representa Macron. No obstante, el mayor abismo entre ambos tiene que ver con el lugar de Francia y de Europa en relación a la OTAN y el lugar que Vladimir Putin concibe para Rusia.
Para el candidato centrista, Francia debe preservar su lugar en la Unión Europea (UE), continuar el fuerte vínculo que lleva años manteniendo con Alemania y defender la pertenencia europea a la alianza atlántica. En cambio la candidata del Reagrupamiento Nacional (RN), la continuación suavizada del Frente Nacional que su padre mantenía en los bordes del filo-nazismo, propone lo opuesto, sobre todo en lo relacionado a Rusia y la OTAN.
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Si bien ya no propone el “Frexit” (sacar a Francia de la UE) ni abandonar el euro para volver al franco, la vieja moneda francesa, propone reformas tan grandes en la Unión Europea que no pueden considerarse propuestas europeístas.
En cuanto a la OTAN y Rusia, es posible deducir que Le Pen está más cerca de la visión de Putin que de la visión predominante en el bloque euro-norteamericano. Esa posición asoma en los discursos en los que habla de una alianza continental de seguridad a acordar entre la UE y Rusia después de concluida la guerra en Ucrania.
Lo revelador es que esa misma idea fue expresada por Dmitri Medvedev cuando habló de una alianza euroasiática que abarque desde Vladivostok hasta Lisboa, o sea desde la ciudad más oriental de Rusia, sobre el océano Pacífico, hasta la ciudad más occidental de la Europa continental, sobre el Atlántico.
Medvedev es una figura estrechamente ligada a Vladimir Putin. Tanto confía en él que, cuando chocó con el límite constitucional que le impidió buscar la reelección en el 2008, el jefe del Kremlin hizo un enroque que convirtió a Medvedev en presidente hasta el 2012. Y desde el 2020 ocupa la vicepresidencia del Consejo de Seguridad Nacional.
La idea que expresó es la meta del Kremlin, inspirada en la concepción del geopolítico ultranacionalista Alexander Duguin. En la alianza euroasiática que promoverá el líder ruso cuando acabe la guerra en Ucrania, no entran Estados Unidos ni Gran Bretaña, por lo tanto, apunta a suplantar a la OTAN por un espacio continental sobre el que Rusia asegurará su gravitación merced a su poderío militar y a su rol como proveedor principal de hidrocarburos a Europa.
Le Pen no explicitó su voluntad de una Europa continental que se acerque a Moscú alejándose de Washington y Londres, pero su propuesta de retirar a Francia del Consejo Militar de la OTAN y de cambiar las reglas de la Unión Europea, sumadas a la idea de alianza euroasiática de seguridad que ha comenzado a promover, sugiere ese cambio de eje estratégico.
Por eso lo que se juega en las urnas francesas el domingo, va mucho más allá de los franceses. El ballotage será también una pulseada entre Vladimir Putin y la alianza atlántica con los codos apoyados sobre Francia.