La anatomía sexual es lo único que nos diferencia. La anatomía típicamente sexual femenina está compuesta por la vulva (conjunto de los genitales femeninos) y los órganos reproductivos internos. Mientras que la masculina incluye el pene y escroto (ambos externos) y los órganos reproductivos internos.
La vulva fue silenciada toda la vida. Por ende, la mujer también. Por eso, es momento de dejar de creer que la vulva nació para ser sujeta al placer del otro y entender que la v de vulva también es v de victoria. Es momento que en este mundo falocéntrico desterremos que el pene es el único que siente y tiene potencia.
Muchas veces los privilegios que hemos conseguido después de tantos años de lucha nos hacen pensar que no existe tal desigualdad. Sin embargo, lo que no vemos es que está naturalizada.
Cuando caminamos solas por la calle y a altas horas de la madrugada nos piden que tengamos cuidado. ¿De qué? ¿De quién? ¿De los hombres? Los espacios públicos siguen siendo dominados por el machismo.
Los horarios de trabajo. La mujer madre que está fuera de su casa ocho horas y regresa debe atender a las necesidades de su hogar: cocinar, limpiar y cuidar a los hijos. Porque culturalmente se instaló que la mujer es maternal, sensible y sumisa. Pero olvidamos y seguimos sin reconocer que las tareas del hogar también son igual a trabajo, aunque no remunerado.
La mujer que se declara feminista es, para los ojos de muchos hombre, fea, gorda, rebelde, loca, histérica, desquiciada por pedir igualdad y quejarse de las injusticias. Mientras que la imagen del hombre machista seguirá siendo sinónimo del único que tiene fuerza.
Cuando somos niños, ellos son los valientes y los héroes y nosotras las niñas hermosas. Te sugieren que conserves tu femineidad (que no es lo mismo que ser feminista) y trates de no convertirte en una “machona”.
Insisten en que somos diferentes, por lo tanto tenemos derechos y obligaciones diferentes. Sin embargo, la mujer no es incapaz, no quiere la subordinación ni tampoco busca a ciegas ser igual que el hombre. Sino que lucha para dejar de ser víctima y cómplice de un sistema desigual que acabe con el reparto de privilegios, por el solo hecho de tener pene, y alcanzar un cambio cultural (socialmente más justo y humano).
Porque en definitiva, la vulva –al igual que el pene- también desea, siente y goza.