Belgrano se encuentra en medio de la tormenta perfecta. Hace ocho partidos que no suma de a tres, un año y medio sin ganar de visitante, está a tres puntos del descenso y ya es una utopía pensar en el ascenso. En el medio, la dirigencia pierde apoyo y el hincha reclama a gritos volver a ser el de antes.
Para llegar a buen puerto, el Pirata trajo a un piloto de tormentas. Un entrenador especialista en bailar con la más fea y apagar incendios. En este caso, enderezar el barco, evitar el naufragio y llegar a tierra sano y salvo.
Ricardo Caruso Lombardi no se caracteriza por plantear proyectos serios y a largo plazo. En 25 años de carrera dirigió 20 clubes. Lo suyo es el golpe de efecto. La motivación pura y el sacudón anímico que, la mayoría de las veces, causa efecto en el corto plazo. El fútbol es una sucesión de estados de ánimo y los jugadores, muchas veces, necesitan un psicólogo y no un entrenador. En este caso, un capitán que dé un golpe de timón.
Pero los torneos son largos y la psicología sola no alcanza para solucionar los problemas dentro de una cancha. Solo suele patearlos para más adelante. Cuando se diluye la dosis de psicología efectista los problemas vuelven a presentarse.
+ MIRÁ MÁS: Caruso Lombardi ya se puso la de Belgrano: las fotos
Tras la salida de Zielinski, Belgrano padeció la elección de los técnicos y nunca pudo encontrar a nadie que pudiera tapar el vacío que dejó el ruso. En los últimos tres años y medio la idea fue cambiando radicalmente: de jugar copas internacionales a encontrar un salvador que pegue el golpe y los saque de la miseria.
Caruso Lombardi es el noveno técnico tras la salida de Zielinski. Sí, leyó bien: nueve entrenadores en poco más de tres años. Una barbaridad para un club que quiere pensar en un proyecto y no ir dependiendo de los resultados de cada fin de semana.
Pero la cantidad no es el único problema. Ojalá fuese solo una cuestión matemática. El problema sale a la luz cuando se analizan los perfiles de los entrenadores que dirigieron en el Gigante.
Cada uno llega con su librito y su filosofía de juego. Eso es lo lindo del fútbol. Se puede jugar de distintas maneras, pero fundamentalmente, se puede ganar con distintos estilos. El conflicto aparece cuando se suceden en un mismo club concepciones y conceptos distintos y contradictorios. Hace años que Belgrano perdió su identidad de juego.
Caruso arranca con una ventaja muy importante: cuenta con el apoyo de gran parte de la hinchada celeste.
González, Madelón, Méndez, Lavallén, Bernardi, Osella, Berti y Constantin llegaron con proyectos distintos y su visión del juego fue completamente diferente. En los últimos tres años desfilaron por Alberdi Menottistas, Bilardistas y Bielsistas. Ofensivos, defensivos, líricos, rústicos, reflexiviso y pragmáticos. El problema es cuando los jugadores son los mismos y no siempre pueden adaptarse al estilo del entrenador de turno.
Sin ir más lejos en el tiempo, los últimos dos DT que llegaron a Córdoba tenían un perfil muy similar. Osella y Berti venían de la escuela rosarina y tenían a Bielsa zu maestro y referente. Caruso Lombardi es todo lo opuesto. Su juego tiene otra concepción y se basa en otros principios. Pero lamentablemente para ejecutar su partitura tiene a los mismos intérpretes que eligió el paladar bielsista.
¿Podrá Caruso Lombardi sacar a Belgrano de este mal momento? Por el momento, nadie lo sabe. Al menos arranca con una ventaja muy importante: cuenta con el apoyo de gran parte de la hinchada celeste. Eso le da aire y tranquilidad a los jugadores, al DT y a la dirigencia.
Yo personalmente creo en los proyectos serios y a largo plazo, no en los manotazos de ahogado y los golpes de efecto. Porque cuando pasa el tiempo, solo son eso: golpes y no cambios profundos.
Solo nos queda esperar que el entrenador agarre bien fuerte el timón, pueda sortear la tormenta, tranquilizar el barco, enderezar el rumbo, llegar a buen puerto y no naufragar en el intento.