¿Por qué Zelensky quiso hablar con Alberto Fernández? ¿Con qué objetivo el presidente ucraniano pidió el contacto con el mandatario sudamericano que le ofreció a Vladimir Putin la Argentina “como puerta de entrada de Rusia a Latinoamérica”?
La razón es simple: Volodimir Zelensky es un arma comunicacional poderosísima y el rol que ha jugado a favor de su país desde que comenzó la invasión rusa ha sido crucial.
Sólo en materia de presidentes, Ucrania tiene una notable superioridad sobre Rusia. Militar y tecnológicamente, el poderío ruso es inmensamente superior al del país invadido. Pero la capacidad de comunicar que ha desplegado Zelensky marcó una gran ventaja sobre Putin.
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Una mayoría abrumadora de países simpatiza con los ucranianos, no sólo porque está a la vista la atrocidad cometida por Putin al decidir la invasión; también porque desde el primer instante el presidente de ese país centroeuropeo asumió el rol de comunicador de la tragedia que el líder ruso impuso a su país.
Zelensky quiere hablar con todos los presidentes latinoamericanos, después de haberlo hecho con buena parte del resto del mundo. Y en particular, da valor estratégico a entablar vínculos con aquellos gobiernos que tienen relación con Rusia o sobre los cuales existe una evidente gravitación de Putin. Ese sería el caso argentino.
Una expresión visible de esa influencia, fue la bochornosa frase de Alberto Fernández en el Kremlin. Para conquistar el aprecio del anfitrión, el presidente le ofreció la Argentina como “puerta de ingreso a Latinoamérica”. Algo que habría quedado en el anecdotario de negligentes desmesuras, como las tantas que ha dicho para alagar al ocasional interlocutor, de no ser porque en ese momento ya eran más de 150 mil los soldados rusos acumulados en la frontera de Ucrania, y una infinita caravana de tanques y camiones cargando tropas y armas avanzaba por Bielorrusia buscando la posición más adecuada para lanzarse sobre Kiev.
En síntesis, cuando Alberto Fernández se lanzó a los brazos de Vladimir Putin, estaba a la vista la inminencia de una invasión en gran escala. Como era de esperar, poco después la maquinaria militar rusa entró a sangre y fuego en Ucrania, provocando una catástrofe humanitaria y poniendo al mundo entero al borde de hambrunas y crisis económicas.
Precisamente la necesidad de compensar de algún modo aquella postal vergonzosa, hizo que Alberto Fernández aceptara de inmediato el llamado de Zelensky. La estrategia comunicacional del presidente ucraniano le dio al mandatario argentino la oportunidad.
No la usó mal. Pero a renglón seguido Zelensky llamó al presidente chileno y Gabriel Boric tuvo la contundencia y la claridad en la denuncia del crimen atroz cometido por Putin, que dejó en evidencia las opacas medias tintas con que se pronunció Fernández.
Boric le dijo a Zelensky que en Sudamérica, Ucrania tiene un amigo (Chile) y se comprometió a acompañar en todos los foros internacionales las denuncias ucranianas a la invasión. Ese apoyo claro y contundente sonó tan fuerte, que tapó a la tenue y balbuceante voz de Alberto Fernández cuando se trata de acusar a Putin.