Un grupo de 11 jóvenes que se movían en manada por las calles de Villa Gesell son noticia porque mataron a golpes a otro, con el que horas antes habían tenido una discusión intrascendente dentro de un boliche.
Los asesinos tienen en común la cobardía y jugar al rugby en un mismo club de Zárate.
En mi vida jugué al rugby y me sobran los dedos de una mano para contar los amigos que practican ese deporte.
Les pregunté a algunos de ellos qué sintieron cuando vieron la salvaje agresión en plena calle trompeando y pateando la cabeza del indefenso Fernando Báez Sosa.
Uno de mis amigos me respondió: “Me parece que no tiene nada que ver que sean de un equipo de rugby. Son personas masificadas y violentas como existen en todos lados. En un partido de rugby si un jugador pega una trompada o pega una patada a otro lo sancionan gravemente. Se trata por todos los medios de evitar la violencia”.
Otro amigo me dijo: “Me parece que la alta autoestima del rugbiers, sumado a la hermandad que sugiere este deporte en los clubes, detona un acto mal entendido de ultra compañerismo donde el alcohol hace que se pierda la conciencia de que hacen. Y termina la cosa en situaciones de matonismo grupal”.
Reglas
Otra persona de mi confianza me comentó: “Mi viejo falleció cuando yo tenía 9 años. El rugby me formó desde los 11 años”, y me compartió las reglas de este deporte que están en la página oficial de la WRU (World Rugby Union), la entidad mundial que agrupa ese deporte.
-Integridad: es central para la estructura del rugby y se genera mediante la honestidad y el juego limpio.
-Pasión: la gente del rugby tiene un apasionado entusiasmo por el juego. El rugby genera entusiasmo, adhesión emocional y sentido de pertenencia a la familia mundial del rugby.
-Solidaridad: el rugby proporciona un espíritu unificado que conduce a amistades que duran toda la vida, camaradería, trabajo en equipo y lealtad, que trascienden las diferencias culturales, geográficas, políticas y religiosas.
-Disciplina: es una parte integral del juego tanto dentro como fuera de la cancha y está reflejada en la adhesión a las leyes, regulaciones y valores centrales del rugby.
-Respeto: por los compañeros, oponentes, oficiales de partidos y aquellos involucrados en el juego es esencial.
Hace unas semanas en Telenoche, Fredy Bustos puso al aire un informe con los presos que aprendieron a jugar al rugby en la cárcel. El resultado del proyecto, que se denomina “Los Espartanos”, fue tremendamente aleccionador: el nivel de reincidencia de los internos una vez que cumplen su condena se redujo por diez.
Queda claro que el gen de la violencia no está en el rugby. Aunque es válida la pregunta que se hace Fernando Soriano, en Infobae en su nota ideología del macho rugbier: “Y entonces, ¿por qué los casos de violencia de cada verano en Pinamar, Gesell, Punta del Este o Ferrugem son protagonizados inexorablemente por jóvenes rugbiers, casi nunca de más de 23 años, casi siempre borrachos y nunca leemos la historia de seis futbolistas, o cuatro basquetbolistas, o dos tenistas que mataron a piñas y a patadas a uno solo?”.
Más de uno de los asesinos de Villa Gesell seguramente irán a la cárcel, allí donde habitan los “soldados del demonio”, como ellos mismos se definen, y según la Constitución Nacional todavía hay oportunidades para aprender a reinsertarse en la sociedad.