El camino que lleva a Juan Schiaretti, el peronismo cordobés y su Hacemos por Córdoba a sumarse al kirchnerista Frente de Todos está cada vez más visible.
El gobernador, intentando a veces disimularlo, recorre a paso firme esa senda, que tiene costos y beneficios difíciles de ponderar en cuanto a la incidencia de cada uno.
Incorporarse al oficialismo nacional le daría cierto oxígeno a unas finanzas provinciales maltrechas y ciertas complicaciones políticas generadas por el desgaste de tantos años de gestión. Pero, a la vez, le minaría una parte de la base electoral que lo mantiene hace décadas en el poder. Córdoba es la provincia más anti K del país y una parte del éxito del PJ local fue hacer “cordobesismo” y distanciarse del Frente de Todos.
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Pero la pandemia ha dejado al descubierto una serie complicaciones para la gestión de Schiaretti, que ha quedado casi en soledad a nivel nacional y con dudas respecto al movimiento de los suyos por acá.
Todo el peronismo de Córdoba le reconoce el liderazgo pero con fecha de vencimiento. Y cada uno comienza cada vez más a hacer su juego. Por caso, Martín Llaryoya no discute esa jefatura pero las usinas mediáticas del intendente y la legión de voceros no formales que cuenta se ocupan de hacer notar el desgaste del gobernador.
En ese contexto, el cordobesismo, tan útil para ganar elecciones, se va derritiendo más rápido que un helado al sol.
Relegado
El domingo, Schiaretti miró desde su casa como el festejo por la reelección de Juan Manuel Llamosas en Río Cuarto era encabezado por el presidente Alberto Fernández, en un escenario copado por funcionarios nacionales.
Un día después, los cuatro diputados nacionales que responden al gobernador se sumaron al Frente de Todos para recortar fondos al porteño Horacio Rodríguez Larreta, pese a que habían dicho que llevarían una iniciativa de consenso para que haya una instancia de negociación entre la Nación y la ciudad de Buenos Aires.
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Schiaretti no había firmado la solicitada de sus colegas en favor del recorte y sus funcionarios dijeron que no era la manera de discutir los fondos coparticipables.
Pero terminó sucumbiendo ante el llamado disciplinador de la Casa Rosada y sumó a su cuarteto de diputados a las necesidades del presidente y su vice. Lo ha hecho así en casi todas las votaciones en el año de gestión albertista.
Es una decisión, que como se ha dicho tantas veces, tiene costos y beneficios complejos de sopesar.