¿Qué hace que dos millones de personas se movilicen para ver a un solo hombre? ¿Su carisma, sus gestos, sus virtudes, su mensaje? ¿Por qué viajan cientos de kilómetros, muchas veces, para verlo sólo unos minutos pasando a 65 km/hora subido al papamóvil? ¿Por qué se emocionan, casi inevitablemente?
En marzo de 2013, fuimos testigos de la transformación que se producía desde la Plaza de San Pedro. Horas después de que eligieron el primer Papa latinoamericano en 2000 años de historia de la Iglesia Católica, el Cardenal argentino Jorge Bergoglio "enamoró" a todos con su sencillez y humildad. Era la misma Iglesia que antes del Cónclave sufría con el Vatileaks y denuncias de corrupción.
Tres meses después, cuando lo seguimos por las calles de Río de Janeiro, comprobamos en persona cómo se consolidaba este nuevo vínculo que sellaba al Papa con fieles y ateos. Esta verdadera revolución de Francisco y la primavera de la fe que se respiraba en todo el mundo me animó a desentrañar su historia personal.
Con mi colega y amigo Javier Cámara escribimos una biografía hablando directamente con el Papa. Descubrimos allí los secretos de sus virtudes y los frutos de su humildad. Por ejemplo, permitirnos tomar mate con él durante casi una hora y media en Santa Marta.
Ahora nos propusimos ir más allá de su imagen, de su carisma y concentrarnos en el mensaje. Qué dice este argentino que de repente se convirtió en un líder moral de la humanidad.
El mundo está convulsionado. Hay guerras donde el hombre se esfuerza en su creatividad más perversa inventando formas de matar en una suerte de pornografía del horror. Frente a esta situación, lógicamente, los hombres de buena voluntad, los perseguidos, los excluídos, las víctimas de la guerra claman justicia. Muchos cristianos desearían la "ira de Dios" contra opresores, injustos, corruptos, perversos.
Sin embargo la Iglesia eligió a Francisco que clama contra la cultura del descarte, de la muerte, contra "la tristeza individualista, los corazones avaros, la busqueda enfermiza de placeres superficiales", contra la "economía de la exclusión" y la "idolatría del dinero", contra la trata de personas, la "tercera guerra mundial en capítulos" y los "mercaderes de la guerra"; pero lo hace sin ira, sino desde la misericordia. Con un mensaje comprometido con la periferias pero desde el amor, el perdón, el encuentro con el "enemigo", poniendo "la otra mejilla".
Esta revolución es la que intentaremos descubrir siguiendo los pasos de Francisco en Paraguay. Ilusionados en que su segundo viaje pastoral a Latinoamérica se trate de un prólogo a su esperada visita a la Argentina, quizás, en 2016.