Si juntamos a 230 mil personas en un mismo lugar, estaríamos formando una ciudad, con hábitos urbanos y costumbres muy ligadas a la sociedad moderna. Sin embargo, estos 230 mil de los que hablo defienden exactamente lo opuesto. O por lo menos sienten nostalgia por ello.
A alguien se le ocurrió crear una comunidad en Facebook para buscar las diferencias que existen entre la gente “de pueblo” y la gente “de la ciudad”. Porque “Sos de pueblo si… alrededor de la plaza, todavía está la iglesia, la municipalidad y el banco; para el cumple te saludan en la radio y te pasan un tema; los bomberos pasean a los ciudadanos ilustres; no tenés colectivos de línea; le avisas al vecino que se le llenó el tanque y hay un solo boliche o una “convi” para viajar al pueblo vecino que tiene boliche. ”. Éstas son sólo algunas de las cientos de frases que pueden leerse en la red social. La comunidad se nutre de las historias que diariamente comparten todos aquellos que se sienten “pueblerinos”.
La identificación funciona. Quizá ese sea el secreto de esta comunidad. Como a los casi 230 mil seguidores, a mi, me acercó a mi infancia, mis abuelos, mis amigos de pueblo y mis costumbres primarias. Hábitos de los que no pienso desprenderme sólo por simple nostalgia y pertenencia.
Entre tanta viralización de historias, fotos y videos de puntos remotos del planeta, no está mal, que de vez en cuando, nos choquemos con algo como esto que nos conecta con nuestras raíces. Aunque sea de forma virtual. Sin perder de vista que muchos de los que ponemos “me gusta” en una página que nos identifica con “el pueblo” somos los mismos que vivimos en una enorme ciudad y somos cómplices de sus hábitos.
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