El 2020 es también uno de los peores años de las últimas décadas en materia de incendios forestales en Córdoba. Hoy ya superamos en superficie quemada al terrible 2013. Y a este ritmo, podríamos alcanzar el récord histórico de 2009. El pronóstico extendido no ofrece hoy datos alentadores para los próximos días. Ojalá los meteorólogos fallen.
La clave de esta catástrofe ambiental son los más de cinco meses sin lluvias que tenemos en gran parte de las sierras. Una temporada seca extendida en extremo hasta octubre. Por ejemplo, en Córdoba Capital sólo tuvimos una ligera llovizna el 2 de setiembre. Pero nada de agua en serio desde fines de abril.
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Como precisó la secretaría de Recursos Hídricos esta semana, basándose en los datos del Observatorio Córdoba del Servicio Meteorológico Nacional, este es el año de la mayor sequía desde 1955, cuando comenzaron los registros.
La falta de lluvias es el elemento fundamental. Tenemos enormes extensiones cargadas de material altamente inflamable. El otro ingrediente indispensable del desastre es la actuación entre estúpida y criminal de gente que inicia los fuegos.
Fake news en las sierras
Con la multiplicación de plataformas para amplificar mensajes, como nunca se escuchan la versiones más disparatadas sobre este flagelo. Y, en paralelo, surgen propuestas legales redundantes o impracticables para enfrentarlo en el futuro.
Cuando se dice que los incendios son "obra del hombre", según los expedientes judiciales en los que existen elementos de prueba, se alude principalmente a:
- Quema de pastizales de pequeños y medianos productores ganaderos que creen que así mejoran el pasto para sus cabras o vacas. O que pretenden ampliar el predio para sus animales.
- Asados o colillas de cigarrillos mal apagados.
- Incendio de basurales, práctica común por parte de algunos municipios hasta hasta hace algunos años.
- Piromaníacos, es decir, gente con las facultades mentales alteradas. Inimputables.
- Caída de cables de energía. Por esta causa, este año hay imputados empleados jerárquicos de la Epec y de una cooperativa eléctrica de Traslasierra.
El fuego arranca por alguna de esas variantes. Son obra humana. A menudo se confunde este concepto con el de la intencionalidad de los incendios, que muy excepcionalmente se daría.
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En ninguna situación documentada se verifica la hipótesis de que el incendio se haya causado para facilitar un "desarrollo inmobiliario". Sería un negocio dudoso, ya que lo que vende en las sierras es el verde, el paisaje, el contacto con la naturaleza. Nada que ver con el grisáceo escenario posapocalíptico que provoca el fuego.
Sin embargo, esa hipótesis es mencionada con cada vez mayor insistencia por vecinos de zonas afectadas, referentes del movimiento ambientalista y hasta políticos. Es más, esa idea estimuló proyectos de ley en el ámbito provincial y hasta en el Crongreso de la Nación, donde una iniciativa impulsada entre otros por el diputado Máximo Kirchner habla de incendios causados "con fines especulativos". Puro humo legislativo. La repetida receta incluida en el proyecto de prohibir el cambio de uso de suelo en las zonas afectadas por los incendios es algo que ya existe, por ejemplo, en la famosa ley de bosques provincial. En todo caso, lo que faltaría es voluntad y capacidad de control sobre el terreno.
En esta cadena de pronunciamientos sin información sobre el problema, se destacan dos integrantes de la familia Tinelli: la cantante Cande y su papá, el animador televisivo Marcelo. Hace poco más de un mes viralizaron en sus redes contenidos que aseguraban que los incendios en las sierras de Córdoba eran provocados por productores agropecuarios interesados en desarrollar "soja transgénica" en las superficies quemadas. No hace falta ser un experimentado ingeniero agrónomo para entender que los terrenos afectados por el fuego en nuestras sierras no son aptos para ese cultivo.
Las crecientes marchas urbanas
Las leyes ya prevén áreas protegidas donde sólo debe haber bosque (que si se quema debe ser regenerado) y duros castigos para quienes inician los incendios (que no son fáciles de aplicar).
Es posible que el mito del "desarrollo inmobiliario" detrás de los incendios esté ligado con el avance imparable y descontrolado de las zonas urbanizadas en las sierras. No son grandes proyectos encarados por empresas reconocidas del rubro. Son cientos, miles, de mudanzas definidas por personas o grupos familiares, cada uno por su lado, que cubren cada vez mayores superficies con construcciones.
Mucha gente que va y cumple el sueño de "vivir en las sierras" y protagoniza un fenómeno que tiene un costo ambiental altísimo, más allá de los devastadores incendios. Por ejemplo, es muy minoritaria la población de Punilla que cuenta con conexión a una red cloacal.
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El fuego llega cada vez más cerca de las casas porque cada vez hay más casas al lado o en medio del monte. En ese diagnóstico coinciden referentes de los bomberos, destacados ambientalistas e intendentes, que lucen impotentes o desinteresados en encarar una solución.
¿Podrá el Estado argentino, que consiente o alienta usurpaciones hasta en parques nacionales, desalojar a quienes construyeron en lugares en los que no estaba permitido? ¿Podrán el Gobierno cordobés o los municipios serranos parar la expansión de sus ciudades y habilitar, en cambio, el crecimiento en altura?
Se trata de un desafío central, junto a las campañas de concientización, la reforestación o la casi imposible prevención (difícil desplegar policías en cada rincón de las sierras), para mitigar a futuro el drama del fuego tras los inviernos de sequía.