Más allá de los méritos propios, el extraordinario resultado de la coalición liderada por el PJ cordobés, los casi 55 puntos de Schiaretti, la distancia de más de 30 puntos sobre el segundo, no hubieran sido posibles sin Macri. Un aporte que se dio en dos sentidos.
Por un lado, es consecuencia de la incapacidad de Cambiemos para estructurar una oferta competitiva en Córdoba. La división de la coalición desencantó a muchos de sus votantes y limitó las chances de cada una de las partes en que se dividió la coalición. Así pudo surgir la abismal brecha entre el ganador y su rival más votado.
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Pero por otro lado, la administración que encabeza Macri es decisiva a la hora de entender el descomunal "shock de obra pública" que los habitantes de Córdoba vemos. El impactante desarrollo en materia de infraestructura (autopistas, túneles, puentes, gasoductos, parques, etc.) fue habilitado por el fin de la asfixia financiera que sufrió la Provincia durante el Gobierno de Cristina Kirchner.
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Así que tanto por los progresos institucionales (el fin de la brutal discriminación impuesta por el kirchnerismo a la Provincia de Córdoba) como por las desinteligencias políticas homologadas por la Casa Rosada (la partición de Cambiemos), en los créditos del arrollador triunfo de hoy de Schiaretti hay que anotar, también, a Macri.
No por nada Gobernador y Presidente comparten muchos votantes en Córdoba. Cultivan un buen vínculo personal y comparten puntos de vista, inquietudes e intereses. Y esa sintonía operó, de diferentes maneras, en el apabullante resultado electoral de hoy.
Queda por verse si también incidirá en la decisiva pulseada nacional de esta año. Una pulseada en la que el Gobernador Schiaretti parece mucho más afín, en el fondo y en la formas, al actual Presidente que a su antecesora, Cristina Kirchner.