Decía tener 24 años y ser médico, cuando tenía 19 y jamás había estudiado medicina. Atendió pacientes en nombre de un organismo oficial, diagnosticó casos de Covid-19 por su cuenta y recetó medicamentos.
El caso de Ignacio Martín, el muchacho que actuaba casi como dueño de casa en el COE de Rio Cuarto, no es el de un hábil fabulador cualquiera. Su peripecia se transformó en el golpe definitivo a la credibilidad del cuerpo creado por el gobierno de Córdoba como autoridad en la pandemia.
El COE fue la impersonal sigla bajo la cual la Provincia definió las políticas relacionadas con la lucha contra el coronavirus. Como en muchas otras partes, se improvisó un organismo que le dio un aire de cientificidad a críticas, algunas de dudosa constitucionalidad.
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Sus funcionarios disponían aperturas, cierres, restricciones a la circulación, y actividades que se permitían o prohibían. Le daban un matiz propio a la pulsión autoritaria que se expandió por buena parte del mundo democrático a mucho mayor velocidad que la nueva enfermedad.
Es cierto que la desactivación del COE ya estaba en marcha. Después de varios resonantes desaciertos, entre los cuales se destacó la prohibición de entrar a Córdoba del padre de Solange Musse, en el último trimestre del año pasado había dejado de imponer para pasar apenas a sugerir políticas.
Pero ahora que se sabe que un muchacho como Martín llegó incluso a actuar como vocero del organismo en la segunda ciudad de la provincia, el sello COE queda más devaluado que el peso argentino. Dudoso que alguien confíe en su palabra.
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Quizás toque enfrentar el tan anunciado rebrote con el gobierno de Córdoba asumiendo en primera persona las decisiones que adopte, dentro de los márgenes que dejen las resoluciones nacionales.
Y quedan pendientes las respuestas sobre cómo fue posible que Martín se acomodara en lo alto de un organismo oficial dedicado a asuntos tan delicados y llegara incluso a facturarle a la Municipalidad de Rio Cuarto. ¿Fue sólo la consecuencia de una estructura burocrática negligente? ¿Qué complicidades políticas hubo? La detención del médico trucho no debería cerrar el escándalo.