En estos días tuvieron que reconocer que se equivocaron y lanzaron un catálogo de nuevas promesas que habrá que ver si funcionan. Mientras tanto, la gente trabajadora tiene todo el derecho a descreer o por lo menos a castigar estos treinta meses de cuasi inacción.
A partir de allí, conceptualmente, no estoy de acuerdo con la manera en que las asociaciones sindicales llevan adelante estas medidas extremas como la paralización de actividades, en un país que ya está parado.
Hoy, por ejemplo, se pierden otros treinta mil millones de pesos por la falta de trabajo. Y eso va a terminar afectando a las mismas personas cuyos derechos dice defender la medida de protesta.
Paralelamente, la mayoría de los dirigentes sindicales que convocan al paro funcionan como miembros de una realeza que se ha eternizado en el poder gremial, que en muchos de los casos se ha beneficiado económicamente de esto, y que le ha permitido a los gobiernos todo tipo de tropelías mientras no tocaran sus intereses personales o meramente corporativos.
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En el caso de los poderosos gremios privados todo parece estar bien mientras nadie meta mano en las caudalosas cajas de sus obras sociales. En el caso de los sindicatos públicos nadie ha planteado acciones para combatir los indiscriminados ingresos de parientes, amigos, punteros políticos y familiares de estos a la administración. Es lógico, mientras todo este empleo público improductivo va corroyendo las bases fiscales del estado, sus aportes engrosan las cuentas del poder sindical.
La huelga tiene además, un claro tinte político. Los gobiernos peronistas sufrieron 17 paros generales en 23 años desde el retorno de la democracia. Los no peronistas gobernaron diez años y recibieron 26.
No hubo un solo paro general que determinara cambio de rumbo alguno en las políticas económicas de las administraciones diversas, aunque sí es posible decir que muchos de ellos colaboraron a acelerar la caída de los gobiernos de Alfonsín y De la Rúa por ejemplo.
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Mauricio Macri y equipo no van a tomar una nota de la contundencia del paro de hoy. Seguirán el camino trazado luego de la crisis financiera sin moverse de su línea. Eso lo saben ambas partes. El paro es una catarsis colectiva que servirá para drenar la presión de la olla pero no va a colaborar a solucionar ninguno de los problemas de las personas más afectadas por la desocupación y la pobreza.
Esta columna fue publicada en el programa Córdoba al Cuadrado de Radio Suquía – FM 96.5 – Córdoba – Argentina.