Algo así le pasó a mi viejo. Hace unos días, mi hija se pegó a una vidriera mirando una muñeca. A su lado, mi papá Lalo estaba hipnotizado viendo un trencito a pila.
Él tímidamente me dijo "eso fue lo que siempre quise". Cuando llegué a su casa mi mamá me lo confirmó: "Cuando era chico siempre quiso un tren".
La adultez lo sorprendió temprano y el niño tuvo que ponerse el pantalón largo y salir a trabajar.
Mi viejo se crió en una familia humilde pero muy trabajadora. La adultez lo sorprendió temprano y el niño tuvo que ponerse el pantalón largo y salir a trabajar.
La plata no alcanzaba y menos para un tren de juguete. Ese niño dormido que tanto anhelaba ese tren salió 70 años después. Es por eso que este año sumé "a otro niño".
Para mi viejo no fue un Día del Niño cualquiera, porque después de 70 años recibió lo que tanto esperó: un trencito. Y, a sus 78 años, Lalo disfrutó junto a su nieta de 3 como un niño más. Les comparto el video de ese momento inolvidable: