Todos hablan de su "millonaria" herencia, pero ella habla poco. Pocas veces una nota me costó tanto. Cuando se encendía la cámara y le acercaba el micrófono sus respuestas eran mínimas. Llenas del pudor de una historia tan íntima que se maquilla de la fantasía novelesca de la empleada doméstica que se vuelve millonaria. Mientras el camarógrafo filmaba el campo que alguna vez debería heredar, surgió este diálogo verdadero:
-¿Tenés más hermanos?
-Sí.
-¿Y alguno de ellos también puede ser hijo de este hombre?
-No.
-¿Y cómo te llevabas con tu papá?
Ahí por primera vez Normi se refirió a "su papá" como "mi papá". El hombre que toda la vida la crió como hija, antes de morir le reveló una verdad: "Vos no sos mi hija pero te amé toda la vida como tal".
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-Eramos muy confidentes- me dijo y se le iluminó la cara. Todo en ella era dignidad y valentía. La dignidad de luchar por sus derechos y la valentía de enfrentar los tiempos lentos de la Justicia y las trampas de la avaricia. No le cambiaron la vida la herencia medida en hectáreas que no llega, sino el valor de su "padre" confidente que le reveló una verdad y murió. Ahí está la verdadera riqueza original de esta historia.
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