El resultado en Eslovaquia cayó como una bomba sobre el gobierno de Ucrania. En el Kremlin, por el contrario, habrán descorchado champan para festejar la victoria de Robert Fico.
Sucede que, aunque su partido, Smer-SD, se presente como socialdemócrata, se trata de un ultraconservador que se identifica con el modelo de liderazgo que encarnan Vladimir Putin y el premier húngaro Viktor Orban.
Como el resto de los conservadurismos duros de Europa, Fico repudia la diversidad sexual y propone expulsar a los inmigrantes.
Robert Fico es ese tipo de líder populista que cambia de posición según la corriente dominante en la opinión pública de Eslovaquia. Siguiendo los vaivenes la opinión pública, logró encabezar tres gobiernos y en ellos maniobró en una dirección y luego en otra opuesta, según entendiera conveniente para las metas económicas de Eslovaquia.
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En esta oportunidad, lo que explotó electoralmente Robert Fico fue el hastío de los eslovacos con el costo que la guerra en Ucrania está teniendo para sus bolsillos.
Eslovaquia ha apoyado firmemente a Volodimir Zelenski con el envío de armamentos para el ejército ucraniano. En la ya desaparecida Checoslovaquia, Eslovaquia era la porción más pro-soviética de ese país perteneciente al Pacto de Varsovia, mientras que los checos siempre fueron más liberales y por ende allí se incubó la Primavera de Praga y los movimientos democráticos que pusieron fin al comunismo bajo el liderazgo de Vaclav Havel.
No fue fácil para el gobierno centrista eslovaco mantener el costo respaldo a Ucrania sin que el final del conflicto aparezca en el horizonte. Eso visualizó Fico, lo que lo decidió a hacer campaña proponiendo cortar de cuajo el apoyo a Ucrania para forzar a Zelenski a negociar cuanto antes el final del conflicto. Y ese discurso tuvo el resultado esperado.
Por eso Ucrania pierde un aliado clave, que pasará velozmente a la vereda pro-rusa. Una gran noticia para Vladimir Putin, cuyas chances de victoria dependen de cuan velozmente avance el rechazo de las poblaciones europeas a seguir costeando una guerra demasiado cara y sin final a la vista.
También Viktor Orban habrá descorchado champan. Hungría estará menos sola en su posición funcional a Rusia en el conflicto que está devastando a Ucrania.
Esa guerra y su promesa de cortar la ayuda a los ucranianos le dieron una chance más a Fico, a quién muchos daban por acabado desde que lo sacó del poder un crimen político que puso a su último gobierno bajo la sombra de la sospecha. El periodista Jan Kusiac había ganado notoriedad destapando hoyas de corrupción, y estaba investigando al gobierno de Fico cuando él y su novia fueron asesinados en el 2018 por un sicario.
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Ese crimen político hizo que Fico perdiera las elecciones del 2020, porque fortaleció a los partidos que lo acusaban de corrupción y dividió a su propio partido.
En el llano opositor, Robert Fico atacó al gobierno centroderechista haciendo campaña contra las vacunas y contra las medidas sanitarias estrictas durante la pandemia de Covid.
Después vino la invasión rusa a Ucrania, fuertemente condenada por el gobierno eslovaco de ese momento. Pero la prolongación del conflicto fortaleció a Fico y su mensaje anti-ayuda a Ucrania.
Nadie sabe qué nuevos zigzagueos puede hacer este líder populista en su nuevo gobierno. Lo que está claro es que su triunfo es una pésima noticia para Zelenski y sus esfuerzos por mantener la lucha de los ucranianos hasta la recuperación de la totalidad del territorio ocupado por el ejército invasor.