Volver a la vida pre-covid no es fácil.
Quiero decir algo concreto y no puedo.
Quiero expresar mi estado y me cuesta.
Quiero hacer mi trabajo y me resulta difícil.
Cansancio, depresión, desgano, lentitud, obnubilación, olvido... ninguna de esas palabras vale para definir lo que nunca antes había sentido.
Hace nueve días me dieron el alta del Covid-19 y las huellas del virus conviven con mi “nueva normalidad”.
Concentrarme en escribir esta nota me está llevando el doble tiempo de lo habitual y al enfoque no lo encuentro con facilidad.
Mal de muchos
Lo cierto es que las experiencias son muy variadas y no hay una lista de síntomas comunes a todos los pacientes. Incluso aquellos que atravesaron la enfermedad con infecciones relativamente leves están expuestos a problemas duraderos.
La revista especializada Journal of the American Medical Association estudió 143 casos y llegó a la conclusión que el 87 por ciento de los casos sufría al menos un síntoma casi dos meses después y más de la mitad todavía tenía fatiga.
Volver con el cuerpo marchito
En mi trabajo cotidiano me esperan los incendios, la sequía, los problemas derivados de la pandemia, las quejas de la gente y siento que no puedo estar en cámara lenta.
Volver bien es una necesidad y cada uno lo pasará a su modo. Volver. Justamente, Volver, el tango de Gardel que mejor me representa en este momento.
+ MIRÁ MÁS: Coronavirus: recuperados advierten que padecen “niebla mental”
Volver con el cuerpo marchito, las nieves del tiempo platearon mi sien y sentir que es un soplo la vida (cuando estoy sin Covid-19) y que dos semanas no es nada (para recuperarme).
Yo (no) adivino el parpadeo de las luces (que me faltan) y van marcando mi retorno (al trabajo cotidiano).
Y a mis fuerzas les digo: te busco y te nombro para que (no) sea un dulce recuerdo y llore otra vez.