Algunas creencias populares afirman erróneamente que la presencia de cloro en el agua es perjudicial para nuestra salud. Muy por el contrario, a partir de su descubrimiento en el siglo XIX, se logró erradicar las llamadas “enfermedades hídricas” las cuales ocasionaron la muerte de miles de personas.
El cloro es un oxidante que cumple una función desinfectante: al atacar las membranas de las bacterias, las destruye. Por su gran eficacia, es el elemento que nos asegura la calidad bacteriológica del agua. Además, y a diferencia del ozono que es otro desinfectante muy eficaz, el cloro tiene un gran punto a su favor: su poder residual.
El mejor de todos
El cloro se dosifica en la última etapa del proceso de potabilización una vez que el agua ya está clarificada. Se realiza de acuerdo a parámetros establecidos internacionalmente y su función principal es eliminar todas las bacterias presentes en el agua que hayan subsistido al proceso de coagulación y filtración.
Por qué su poder residual es un gran beneficio?
Además de actuar eliminando todas las bacterias al final del proceso de potabilización, su presencia en el agua de manera residual permite proteger el recurso en su viaje a los consumidores.
Por este motivo, el cloro residual nos asegura la calidad del agua en todo el sistema de distribución. Incluso también actúa sobre bacterias que puedan estar presentes en las instalaciones internas, por ello es importante el mantenimiento y limpieza de los tanques domiciliarios en forma periódica.
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