Angel Fausto Avalos fue el artífice del proyecto que derivó en ley, el 16 de agosto de 1911, después de debates y algunas dilaciones que demoraron la concreción de la idea. La inversión era considerada por las opiniones contrarias al proyecto como un gasto accesorio.
Por el contrario, Avalos creía firmemente en la utilidad de la biblioteca como complemento de la educación y así lo manifestó desde la banca y desde la prensa escrita; fue un notable periodista que escribió para varios diarios de la ciudad Capital.
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A lo largo de su historia, la biblioteca pasó por distintas sedes, más de cinco locaciones, lo cual provocó la pérdida de material de lectura.
En la sesión de la Cámara de Diputados del 11 de junio de 1908, Avalos sostuvo que las bibliotecas “son el complemento necesario de la escuela elemental, de la enseñanza secundaria o especial y el auxiliar de los estudios universitarios por cuanto ofrecen al alcance de todos las obras literarias que antes eran sólo patrimonio de los pudientes”.
Angel Fausto Avalos subrayó en su discurso un postulado del español Vicente Santamaría de Paredes, según el cual “las academias, bibliotecas, archivos y museos se consideran dependencias del ramo de la Instrucción Pública”.
Actualmente, la Biblioteca Córdoba está ubicada en 27 de abril 375 y abre al público de lunes a viernes de 8 a 20. En el lugar se realizan actividades culturales además de ofrecer servicio de préstamos de material bibliográfico.