Un país se define como una comunidad social con una organización política común y un territorio y órganos de gobierno propios que es soberana e independiente políticamente de otras comunidades.
Aunque parezca increíble, hubo un tiempo donde Argentina tuvo 5 presidentes distintos en solamente 10 días. Esa situación se dio en el contexto de una crisis económica y social sin precedentes.
Luego de la la renuncia de Fernando De la Rúa y sin vicepresidente, puesto que Carlos "Chacho" Álvarez se había alejado del gobierno en octubre de 2000, quedó a cargo el presidente provisorio del Senado, el justicialista Ramón Puerta.
El ingeniero y empresario nacido en Apóstoles (Misiones) había sido designado en ese puesto por la mayoría peronista de la Cámara Alta, que se había profundizado luego del triunfo en las elecciones parlamentarias de octubre.
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Rápidamente, Puerta hizo uso de los instrumentos constitucionales según lo estipulado por la ley de acefalía.
"Un hecho no deseado pero manejable", según Puerta quien reconoció que en ese momento la primera medida y más urgente era cargar los cajeros automáticos para que pese al corralito la gente pudiera hacer extracciones con cierta regularidad.
Fueron sólo 48 horas. El misionero le transfirió el mando al presidente de Diputados, el también justicialista Eduardo Camaño, que convocó una asamblea legislativa, que un día después designó al gobernador de San Luis Adolfo Rodríguez Saá como presidente.
"El Adolfo" como lo llaman en su provincia quiso arrancar el interinato de 60 días con una noticia de alto impacto. En su discurso de asunción, anunció ante la ovación del recinto el default: "El Estado argentino suspenderá el pago de la deuda externa".
Hoy cree que "fue lo correcto” y dice que “lo volvería a hacer”. “El mundo lo aceptó. Haber suspendido el pago significó después poder negociar en condiciones adecuadas a tal punto que los gobiernos sucesivos lograron enormes rebajas y condiciones favorables. Lo malo estuvo en volverse a endeudar", evoca.
Rodríguez Saá tuvo una semana intensa y convulsionada. Por eso, llamó a los gobernadores peronistas que habían respaldado su nombramiento a una cumbre a Chapadmalal pero el vacío fue una señal que carecía de apoyo y renunció.
Se convocó a otra Asamblea Legislativa, que designó al ex gobernador de Buenos Aires Eduardo Duhalde, que dos años antes había perdido ante De la Rúa la elección presidencial.
"El que depositó dólares, recibirá dólares; el que depositó pesos, recibirá pesos", fue una de sus primeras frases que los hechos se encargaron de desmentir a poco de andar.
Ni psicoanalista ni sostén
Graciela Fernández Meijide recordó que 25 días antes de renunciar como presidente, De la Rúa la llamó por teléfono y le pidió que fuera a la Casa de Gobierno.
“Yo me puse a pensar qué le voy a decir, porque hacer de psicoanalista o sostén espiritual no me daba”, resaltó la ex ministra de Desarrollo Social. Entonces le dijo: “Noticias buenas desde el punto de vista económico no vas a poder dar. Por lo tanto, agarrá todos los planes sociales que hay y repartí 150 pesos (dólares en ese tiempo) por chico que vaya a la escuela entre las familias más vulnerables y convocá a un gobierno de unidad nacional o como le quieras llamar”, le sugirió la histórica dirigente del Frepaso.
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Al instante, De la Rúa le objetó que los peronistas se negarían a semejante propuesta. A lo que Meijide insistió: “Es posible, Fernando, que te digan que no, pero si tu oferta fue generosa, franca y muy difundida en los medios, el problema lo tienen ellos porque serán ellos los acusados de no querer arreglar el país”.
Y por último le exhortó que fuera más político y que cambiara a su Jefe de Gabinete (Chrystian Colombo) por un operador político.
“No hizo ninguna de las tres cosas”, se lamentó la ex ministra.
¿Apta para gobernar?
Ramón Puerta negó que el peronismo le haya dado la espalda a lo que quedaba de la Alianza. "Se le dijo que no a armar un gobierno de coalición de apuro. Si bien él (por De la Rúa) no me lo propuso, se había conversado a nivel de los bloques en diputados y senadores. Teníamos un resultado electoral reciente y la gobernabilidad se podía asegurar votando las leyes que faltaban. El apoyo nuestro estaba", concluye el ex presidente provisional del Senado.
Por su parte, Adolfo Rodríguez Sáa, a la hora de referirse a su renuncia apenas transcurridos siete días, evoca: "El Partido Justicialista y los gobernadores lo respaldaban al igual que los diputados y senadores porque entendían que el país estaba en la anarquía y alguien se tenía que hacer cargo de reencauzar institucionalmente a la Argentina. Lo que hicieron otros (sin mencionarlos) corre por cuenta de ellos", sentenció.
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Para Graciela Fernández Meijide, la Alianza estaba preparada para gobernar y de hecho De la Rúa fue un buen jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, según ella. “Pero faltaba gente (por De la Rúa y Chacho Álvarez) capaz de aguantar la frustración de que las cosas salieran a contrapelo de lo que esperábamos.
“Hacía falta un estadista al estilo de lo que fue Fernando Henrique Cardoso en Brasil”, sostiene.
Dicen los expertos que la política debe reconstruir una síntesis de los intereses sociales y económicos que hay en la sociedad. Pero en el último año del gobierno de De la Rúa, el Estado no lo pudo lograr y entonces la economía triunfó sobre la política en un contexto internacional absolutamente desfavorable.
El "que se vayan todos" fue solo una expresión de deseo, donde tal vez lo único para rescatar de aquel huracán del 2001 fue que el propio sistema supo desarrollar los anticuerpos a tiempo y encontrar una salida institucional, impensada para otros momentos de la historia argentina.