Es sabido que las transferencias bancarias cuentan con un exhaustivo control por parte de los bancos, billeteras virtuales, y principalmente por la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip).
Justamente el organismo cumple un rol clave en la recaudación fiscal y el control de los ingresos en Argentina. Es por eso que los registros de los movimientos son primordiales respecto al control fiscal de la Afip.
Pero... una cosa es la transferencia entre distintas cuentas y otra es la transacción entre cuentas propias. En este último caso, el proceso de bancarización es un punto crítico. El procedimiento inicia cuando los fondos ingresan por primera vez al sistema bancario, ya sea desde una cuenta de una billetera virtual o de otro banco.
El primer paso es el control absoluto que lleva a cabo la entidad receptora del dinero. Allí se verifica el origen y la legitimidad de los fondos, conforme a las normativas de prevención de lavado de dinero.
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Hay que tener en cuenta que la Afip tiene acceso al monitoreo de estas transacciones, especialmente si involucran montos significativos. Esto es parte de la estrategia para asegurar que todo ingreso sea debidamente declarado y se paguen los impuestos correspondientes.
Cuando los fondos ya fueron verificados por la entidad receptora, cualquier transferencia posterior entre cuentas propias, incluso si se trata de diferentes bancos, debería realizarse sin complicaciones adicionales.
Con este control, el dinero ya puede moverse libremente sin que se generen nuevas alertas, siempre y cuando las operaciones sean consistentes con los ingresos declarados por el usuario.
Cabe aclarar que cuando se trata de montos elevados, el organismo de recaudación puede solicitar al usuario documentación adicional que acredite el origen de los fondos transferidos.