Las negociaciones entre el Gobierno provincial y los médicos volvieron a fracasar. Sin un acuerdo, los trabajadores de salud del sector público seguirán manifestándose en las calles y mantendrán los servicios al mínimo.
Dentro de los grupos que protestan por mejoras salariales están los médicos residentes. Cómo mostró Noticiero Doce este miércoles, actualmente cobran un mínimo de 87 mil pesos para extensas jornadas. Este jueves, varios especialistas explicaron en detalle por qué la situación es particularmente delicada en algunas áreas.
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Las residencias más afectadas y el pragmatismo económico
Según precisaron tres médicos, son varias las especialidades que se encuentran actualmente en crisis: neonatología, terapia intensiva, medicina familiar y ginecología son sólo algunos que señalaron.
Sin embargo, todos coincidieron en que hay dos áreas que destacan por el creciente desinterés por parte de los jóvenes: pediatría y clínica.
“Hace 25 años, cuando rendí para ingresar a pediatría, éramos 80 postulantes para cubrir tres puestos. Este año, en el mismo hospital, hubo 17 postulantes para ocho puestos”, ilustró Ricardo Albertine, jefe del departamento de docencia del Hospital Privado.
Sostuvo que el componente económico explica en gran parte este fenómeno. “Cuando uno egresa de la universidad y ve cómo vive un pediatra, un clínico, un médico de familia o un ginecólogo, descubre el esfuerzo y la cantidad de horas que tiene que hacer y que no se le reconocen. Eligen otro camino”, amplió.
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Coincidió con esta postura Alejandro Donquian, jefe del departamento de docencia del hospital Reina Fabiola. En su caso, indicó que percibe que las nuevas generaciones analizan de manera “mucho más práctica” estos aspectos. “Saben que la formación no termina siendo rentable”, remarcó.
En esa línea, Juan Ignacio Díaz, jefe del departamento pedagógico y colega de Albertine en el Privado, precisó que la pediatría es particularmente demandante en cuánto a disponibilidad. “Es un trato mucho más cercano y a veces implica estar disponible 24 horas”, especificó.
En cuánto a la clínica, dijo que el fenómeno de la pandemia también tuvo una fuerte influencia. Señaló que quienes estuvieron en “la primera línea de batalla no la pasaron nada bien” y no recibieron “el reconocimiento económico y social que debieron”.
Quienes logran completar todos los años de formación pueden acceder a un sueldo estimado entre los 130 y 160 mil pesos, dependiendo de muchas variantes. Eso quiere decir que si son el único sostén económico para una familia tipo, logran superar apenas entre 6.700 y 36.700 pesos la línea de pobreza.
Distorsión formativa
Para Donquian, el principal problema es que la finalidad formativa de la residencia “se ha desvirtuado”. “Hoy, en muchos casos, el residente termina siendo mano de obra que suple otras cuestiones”, enfatizó.
El director de docencia del ministerio de salúd de Córdoba, Santos García Ferreyra, reconoció que existe “la crisis de las residencias”. Y precisó que ni el sector público ni el privado logran cubrir las vacantes actualmente cuando históricamente habían tenido una sobredemanda.
“Hay un cambio de paradigma, muchos eligen no formarse de la manera tradicional, no quieren hacer esa cantidad de horas”, indicó. Y aseguró: “Los residentes sienten que los toman como un recurso asistencial y no terminan teniendo clases o tienen pocas. Nosotros tenemos que velar porque el residente esté en formación”.
Fuga de cerebros
Díaz insistió en que el problema no reside en los campos de las especialidades en sí, sino que tiene que ver con el componente económico. Por eso, afirmó, muchos optan por ejercer la pediatría o clínica, pero en el extranjero. “Muchos hacen la residencia en el exterior. No es que no la quieren hacer, no quieren ejercer en Argentina”, aseveró.
Albertine también coincidió con eso: “En los últimos años vemos que los que egresan ya están pensando en irse al exterior. La gran diferencia es que antes nos íbamos para volver. Hoy lo hacen para no volver”.