El sector turístico es uno de los rubros más golpeados por la pandemia del coronavirus. Los vuelos están suspendidos y los aeropuertos permanecen cerrados desde marzo, a pesar de algún que otro viaje excepcional.
Más allá de la emergencia sanitaria, la situación cambiaria de Argentina significa otra traba para el sector y las esperanzas de una solución se ven cada vez más lejos en el horizonte.
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Las compras en dólares sufrieron en diciembre pasado el impuesto PAIS y, la semana pasada, la percepción adelantada del Impuesto a las Ganancias. De esa forma, adquirir un pasaje aéreo resulta algo disparatado en cuestión de precios.
Un vuelo a Roma tiene un costo de $105.463 si se sale de Buenos Aires el 1° de noviembre. La tarifa apenas es de $17.514; el resto, impuestos, tasas y cargo por combustible. Es decir, solo el 17 por ciento de lo que se paga en este vuelo es tarifa, apenas 8500 pesos cada tramo para llegar a Europa.
Otro ejemplo, pero saliendo desde Córdoba. Un pasaje con destino a Madrid por dos semanas para marzo del año que viene tiene un costo total de $87.900: la tarifa real del vuelo es de solo $5.900, el resto se va en impuestos nacionales e internacionales.
Qué se cobra de impuestos
Los dos impuestos que sobresalen son el PAIS y la percepción de ganancias. ¿Sobre qué importe se calculan? Aerolíneas, amparada en una reglamentación, cobra por separado el combustible. O sea, cada pasajero debe pagar el combustible. Ese costo más la tarifa es el monto que se usa para calcular impuestos y percepciones.
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El cargo PAIS sumará $16.765 y el de ganancias $19.559, según dio a conocer La Nación para este tipo de operaciones. Por otra parte, el Fondo de Turismo del Gobierno nacional percibe un 7 por ciento del valor del ticket. Otros de los que cobran sí o sí sin importar si hay despegue o cancelación es el Organismo Regulados de Sistema Nacional de Aeropuertos (Orsna) y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).