Córdoba se prepara para recibir nuevamente a uno de los artistas más populares del rock argentino: Andrés Calamaro. Este viernes 14 de noviembre, el músico se presentará en Plaza de la Música, un escenario que ya conoce bien y que albergó en memorables encuentros con su público cordobés.
A diferencia del show del año pasado —cuando revisitó Honestidad Brutal en la gira Agenda 1999—, esta vez el repertorio promete ser una celebración de su extensa trayectoria, con clásicos de todas las épocas y algunas joyas revisadas. En su reciente concierto en Salta, Calamaro sorprendió al versionar Flaca al estilo que le imprimió el músico y productor Allcaraz, una curiosidad artística en la que el autor toma la versión del intérprete, como ya había ocurrido con Tuyo Siempre durante su histórico regreso en Cosquín junto a Bersuit.
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Córdoba ocupa un lugar singular en la historia de Calamaro: desde la presentación con Los Abuelos de la Nada en La Falda Rock 1982 —cuando el público les dio la espalda—, hasta la noche épica bajo la lluvia en Cosquín Rock 2015. En esta nueva visita, el artista reflexionó en ElDoce.tv sobre esos momentos, su vínculo con Carlitos La Mona Jiménez, los 25 años de El Salmón y la posibilidad de publicar nueva música.
-¿Recordás cuál fue tu primera visita a Córdoba?
-A Córdoba City vinimos con Los Abuelos, pero antes estuve en el interior tocando de adolescente en mis primeros, y ya lejanos, servicios a la música. Tocamos tres veces y volví en un tren lechero parando en todas las estaciones hasta Buenos Aires. En el repertorio estaban El Toro Enamorado de la Luna y Un día de paseo en Santa Fe.
-En La Falda Rock el público dio la espalda a Los Abuelos de la Nada. ¿Cómo siguió el show después de ese gesto y qué sensación tuviste en ese momento?
-Aquel show lo revertimos con un solo de batería de Polo Corbella en “Guindilla Ardiente”. Sí, en el límite entre la parodia de Spinal Tap y la vida misma. De La Falda recuerdo más cosas: una tarde con Enrique Symns que prolongamos hasta las seis de la mañana, una lluvia de objetos arrojadizos para Horacio Fontova, otra que suspendimos por invasión de escenario a Beto Satragni y Oscar Moro, y muchos encuentros bien lindos con amigos y colegas.
-Te subiste a tocar percusión con Carlos Jiménez en el Estadio del Centro allá en el ‘98. ¿Cómo se gestó dicho encuentro? ¿Volverías a grabar una canción con él? ¿Qué es el cuarteto cordobés para vos?
-Con Carlos nos conocimos en una mesa redonda organizada por Página 12, después fuimos al hotel donde paraba en Buenos Aires y cultivamos una buena amistad que se prolonga. Unos años después fuimos invitados a un asado en Casa Jiménez y tocamos todo el show entero; volví más veces: a grabar Nocturno para el 50 aniversario de Carlos y el cuarteto, a degustar un dorado a la parrilla exquisito y… siempre a la orden. La consagración del cuarteto, y la cumbia suburbana, suponen la “alegría no solo brasilera”: son bailables, pero se escuchan con mucho agrado, amén de los íconos cordobeses que además pusieron letras muy buenas y compromiso.

-En el escenario Atahualpa Yupanqui de Cosquín fue tu regreso, y este año se cumplieron 20 años. ¿Cómo ves ese show a la distancia, ya que muchos creen que la vuelta fue en el Luna Park?
-Recuerdo las preliminares: estaban Ricardo (Iorio), Willy Crook si mal no recuerdo y Bam Bam (Miranda). Tomamos unos mates con La Vela Puerca y recordamos un amigo que tuvimos en común. Quizás volver después de una temporada en un festival masivo sea vertiginoso, tampoco tengo recuerdos intactos de todos los recitales que hicimos en estos 20 años; considero a la música como “la próxima”... Hábito entre el último recital y el siguiente.

-Tu única presencia en el Cosquín Rock fue en 2015, bajo la lluvia. ¿Qué experiencia viviste en el escenario y cómo fue el encuentro con colegas? ¿Qué conciertos memorables recordás en Córdoba?
-Muy buena experiencia, justo terminamos y cayó una buena tormenta con inundaciones y caos fluvial, pero recuerdo el recital como muy bueno. Estimo que el mejor show va a ser el siguiente. El anterior y el próximo son los que importan. De Córdoba tengo muchos recuerdos —y olvidos también—, todos merecen la pena. Hace siglos que tocamos en Córdoba y todos son muy buenos recuerdos. Con Los Abuelos hicimos el concierto “número 100” en Carlos Paz y fue un auténtico caos, pero pasa el tiempo y son lindas cosas de haber vivido.
-Cargar la Suerte (2018) fue una obra con muchos cortes y grandes canciones, y al igual como On The Rock (2010) no tuvo la difusión adecuada. ¿Te motiva grabar nuevas canciones teniendo tanto repertorio?
-Esas cosas pasan y ocurren; algunos discos tienen mejor suerte que otros. Interesante, tengo muchas canciones publicadas y muchas más que dudo se publiquen alguna vez: la música secreta. Ahora me encuentro mejorando como intérprete, y me gusta así. Me gustan discos como Volumen Once (2017) y On The Rock porque tienen letras interesantes y el concurso de músicos y artistas importantes.
-A 25 años de El Salmón, ¿qué canciones te conmueven hoy de ese álbum? Mi preferida es El Muro de Berlín.
-No soy de sentarme a escuchar mis propias grabaciones, pero suponiendo que El Salmón incluye más de 100 canciones, mis preferidas son casi todas.
Calamaro vuelve a Córdoba con una banda integrada por Germán Wiedemer (teclados), Julián Kanevsky (guitarra), Mariano Domínguez (bajo), Andrés Litwin (batería), Brian Figueroa (guitarra) y una sección de vientos comandada por Andrés Ollari y Pablo Fortuna. Un regreso que promete ser, una vez más, una celebración de la música popular en su estado más fino y cancionero.



