Javier "La Pepa" Brizuela y Adrián Moyano se conocen desde que eran chicos. Fueron al Colegio José Hernández de Barrio Colón y jugaban al fútbol juntos. Carlos De Piano empezó una relación con la hermana de Javier (es la madre de sus tres primeros hijos) y entonces empezó a ir seguido a su casa. Ahí comenzaron a despuntar el vicio con la música y De Piano vio que su amigo tenía eso que le llaman "ángel".
Cuando Manolo Cánova buscaba gente para Trulalá, ellos ya eran un trío de amigos listos para embarcarse a la aventura. "Yo tenía 19 años cuando me metí en esto, éramos unos indios, pero de a poco empezamos a recapacitar a donde estábamos”, cuenta Brizuela. La pre historia de La Barra es ese paso por Trulalá que duraría cinco años.
“Cuando empezamos nosotros todo era más difícil: la promoción de las canciones sobre todo y el hecho de que el cuarteto era mal visto, hubiese sido impensado en esa época una entrevista como esta. Hasta que los cuarteteros les ganamos por cansancio y blanqueamos la relación con la gente (risas)", cuenta De Piano.
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La Barra tiene varios méritos para quedar en la historia grande del cuarteto: hits imperecederos (“La Carta”, “Un millón de rosas”, “Te felicito”, “Amor infiel”, “Se nos fue el amor”), el primer grupo del género que se animó a actuar, con cierta regularidad, en la zona del Chateau (distrito “cheto” nocturno) y el que, en 2004, puso a bailar al Teatro del Libertador con su música.
“Hubo un tiempo en que pasamos nueve veranos cantando de lunes a lunes, ahora tenemos la posibilidad de elegir y cantamos donde queremos y cuando queremos. Estamos más grandes…” , dirá Brizuela.
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Hoy, los tres líderes de La Barra tienen hijos que tienen la edad de los integrantes de los nuevos grupos de cuarteto. Con respecto a esas nuevas generaciones, ellos los alientan a que hagan los que les gusta y sólo si lo sienten. La otra cara de ser los “veteranos” de este mundo la cuenta De Piano: “Lo que no nos gusta es que nos hagan rendir examen con los chicos nuevos, si aquel metió 10, el otro 20, vos cuánto… nosotros ya estamos grandes para eso, para las comparaciones”.
Los roles, más allá de los musical, están claros entre ellos: De Piano es el que va de frente, habla “sin filtro” y dice que “resiste un archivo de 25 años”; Brizuela es el memorioso, el amante de los fierros y el que debe estar a la altura de la demanda de selfies; Moyano, dicen ellos, es el “bueno” del grupo, que anda con el mate a todos lados y ronca al lado de los choferes para que no se duerman. Dos son hinchas de Belgrano y Brizuela de River. De política no hablan y tampoco le cantan: Hace un tiempo decidimos no actuar en actos políticos”.
El domingo, La Barra tendrá su mega cumpleaños con invitados especiales que aclaran “no serán del rubro del cuarteto”. La avenida Hipólito Yrigoyen será testigo de otro hito más de un grupo que está entrando en la galería de los clásicos.
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