Georgina Barbarossa es una artista todo terreno. Trabajó en televisión, radio, cine, teatro y hasta es docente. Instalada en Villa Carlos Paz se luce cada noche junto a Flavio Mendoza en "Un estreno o un Velorio" interpretando a Vilma Luxor, una clásica vedette argentina que ya está retirándose de las tablas.
Comparte elenco con otros grandes artistas como Betiana Blum, Daniel Aráoz y Nicolás Scarpino y con el primer mate de la tarde cuenta: “Trabajar en un espectáculo así hoy en día es una bendición, Flavio puso lo mejor de lo mejor como siempre, es una mega-producción”.
En su vida le ha tocado superar momentos muy duros como el asesinato de su marido, el Vasco, quien fue víctima de la inseguridad en noviembre del 2001. “Lo extraño todos los días, le hablo de nuestros hijos, le pido que me guíe. Siempre será el amor de mi vida”, cuenta la actriz.
Hace algunos meses los asesinos del Vasco salieron en libertad por buena conducta. Georgina confiesa que después de tres años de trabajo espiritual logró poner el tema en manos de Dios, pero es algo que no supera: “Yo nunca los pude perdonar”.
Hablando de la inseguridad en Argentina y la economía del país, recuerda sus comienzos como actriz y la llegada de sus mellizos en tiempos de la hiperinflación de Alfonsín: “Me iba en colectivo hasta una pañalera a buscar bolsas de pañales fallados que después ataba con cinta de pintor a los mellis. Fueron tiempos difíciles, teníamos los sueldos congelados”. Entre mate y mate se anima a decir “mucha gente cree que todos los artistas vivimos como Susana Giménez, pero no es así… a veces te va bien, a veces te va mal”.
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Georgina es una mujer que sabe reinventarse una y otra vez. “Cuando no tengo trabajo, me invento uno. Salgo de gira por el interior del país con algún unipersonal y me las arreglo”, dice orgullosa. También ha sabido darse nuevas oportunidades en el amor a pesar del dolor y confiesa: “Volví a enamorarme hace algunos años, me di esa oportunidad y fue hermoso mientras duró”.
Los alfajores de maicena y los criollitos se disfrutan al final de la intensa charla. Entre mates y recuerdos, a Georgina se la ve feliz, con la casa llena de amigos y familiares. Cuando caiga el sol será momento de encarar para el Teatro Luxor y preparase para hacer lo que más le gusta una vez más: “Estar cerca de la gente a la que tanto amo”.
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