Cada 24 de noviembre se celebra el Día del Vino Bebida Nacional, porque en esa fecha del 2010 se firmó el decreto respectivo a instancias del Fondo Vitivinícola Argentino.
Y qué mejor que hacer una incursión a la cuna del vino en Córdoba, Colonia Caroya, en cuyas tierras los Jesuitas plantaron los primeros en plantar viñedos. Mucho tiempo después la tradición se renovó con la llegada de los inmigrantes friulanos.
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Fui a la finca de don Amadeo Tabbia, tercera generación de viticultores. Me enseñó los racimos, verdes aún, de Chardonnay y Sauvignon Blanc con los que se elabora el consagrado espumante Caroyense Piu.
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Me emocioné con su relato lleno de pasión. El respeto por la naturaleza, el trabajo de sol a sol, con su familia tan comprometida como él, y como todos los caroyenses que llevan en su sangre la mejor tradición italiana.
También me transmitieron sus conocimientos dos actores jóvenes en esta suerte de revolución de los vinos de Córdoba. El enólogo Gabriel Campana y Daniela Mansilla, una joven y experimentada ingeniera agrónoma con varias cosechas en su haber.
Gaby Campana debe ser el hacedor de vinos que más conoce la diversidad del terruño cordobés. Si en Caroya tiene su asentamiento principal, se pasa todo el tiempo recorriendo viñedos de Calamuchita, Traslasierra y el Noroeste.
Córdoba tiene hoy más de 275 hectáreas de viñedos, tiene caminos del vino y cada año se van radicando pequeñas bodegas boutique de familias locales que aceptaron el desafío de poner a los vinos de nuestra provincia en lo más alto de la consideración de los amantes de la cultura del vino. El camino es largo, pero la convicción de cada una de esas historias, promete y ya está dando que hablar.