Biólogos de la Universidad Nacional de Córdoba advierten que el 40 por ciento de los peces -conocidos como “orilleros”- que viven en la desembocadura del Río Suquía y la Laguna del Plata (Mar Chiquita), tienen anomalías en sus aparatos reproductores.
Los peces pertenecen a la especie gambusia affinis y están en casi toda la traza de los 255 kilómetros del Río Suquía. Desde que nace en el dique hasta que desemboca en Mar Chiquita.
Otra de las mediciones dice que en la zona ubicada a unos cinco kilómetros de La Calera aguas arriba, donde la contaminación es menor a todas luces, las anomalías bajan drásticamente. Y eso sólo del 10 por ciento.
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La inédita investigación lo hizo el equipo liderado por la doctora Andrea Hued del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA, CONICET y UNC).
Los científicos recolectaron decenas de peces y estudiaron una aleta llamada “gonopodio”, que tiene la función de transferir el esperma a la hembra. Es aquí donde los científicos ponen la lupa ante un posible impacto de la contaminación.
“Los medimos, pesamos y analizamos externamente la morfología de la aleta, llamada gonopodio”, explicó la bióloga Micaela Zambrano.
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Mientras tanto, en el mismo laboratorio el doctor Alejo Bonifacio les realizó una prueba física donde observó el oxígeno que requieren en situaciones extremas: “Estudiamos la resistencia de los peces y eso determina si hay más o menos contaminación”.
El río tiene 24 especies de peces, los “gambusia affinis” no son nativos, pero sirve para analizar los cambios de fisonomía. Hued advirtió: “Puede poner en riesgo la reproducción de la especie, no significa que la especie se va a extinguir del planeta, pero sí va a tener problemas para reproducirse”.
Por su parte la bióloga Gisela Rautemberg aseguró: “No podemos atribuir este problema a una sustancia contaminante en particular, pero la suma de varios puede generar estas anomalías físicas”.
Evidentemente en el mismo río las condiciones cambian y el veredicto del laboratorio exige una protección a sus habitantes. Aquí los gambusia affinis sufren anomalías y ponen en riesgo la reproducción de la especie. ¿Cuál será el límite que soporta? Eso nadie lo sabe, pero la certeza es que están expuestos a un combo de sustancias cuyo impacto aún sigue siendo desconocida.