Sofía y Nico se conocieron en el jardín. No compartían sala, pero en los recreos siempre jugaban juntos. Se encontraron de casualidad una tarde en una heladería de barrio Alto Alberdi. La pequeña se acercó y dijo: “Soy amiga de Nico y quiero ir a tu casa a jugar”. Desde entonces, nunca más se separaron: de amigos, pasaron a ser grandes hermanos.
Las vueltas -trágicas- de la vida hicieron que sean una gran familia. Sofía perdió a su mamá Andrea en noviembre del año pasado debido a una avanzada enfermedad oncológica. Tanto ella como Laura, mamá de Nico, también se hicieron amigas.
Ese vínculo fue creciendo e incluso, cuando la salud de Andrea se agravó e ingresó a terapia intensiva en octubre, su hija cargó un bolso y se fue a dormir a la casa de su amigo del colegio. Allí recibió la contención que necesitaba. Ambas estaban muy solas y la llegada de esta nueva familia las iluminó.
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Antes del lamentable desenlace, la joven madre le hizo un pedido especial a su amiga Laura: cuidar a Sofía en su ausencia, para que su crianza sea con amor. Ella no lo dudó y junto a su pareja, Maxi, y sus dos hijos, Nico y Eva, le dieron la bienvenida a la pequeña al nuevo hogar.
“Un día ella se despertó. Me hicieron pasar, me tomó la mano y en un hilito de voz, me dijo: ‘¿Está con ustedes?’. ‘Sí, está todo bien’”, recordó Laura emocionada en diálogo con Seguimos en El Doce.
El día que falleció, le contaron a Sofi lo ocurrido. "La abrazamos, dejamos que pasara un tiempo y luego cuando se calmó, la invitamos a que fuera parte de nuestra familia, a vivir con nosotros, porque valía la pena", agregó.
Ahora Laura y Maxi son los tutores de Sofía, es decir, responsables de su vida y patrimonio. Así lo determinó el fallo de la jueza Mónica Parrelo, del juzgado de Familia de 5° Nominación de Córdoba Capital.
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