Dos años. Una víctima fatal y daños emocionales y materiales que todavía se sienten. Todo eso pasó hasta que las cámaras puedan dar con Sergio Raponi, el propietario del depósito de químicos que estalló y sacudió al corazón de Alta Córdoba.
El empresario pasó dos meses detenido en Bouwer y recuperó la libertad bajo fianza. Por el principio de inocencia, la Universidad Nacional de Córdoba no lo relevó de su cargo como profesor y hoy da clases de Ética y Filosofía en la Facultad de Derecho. Allí lo encontró el equipo de periodistas de El Doce, luego de buscarlo en reiteradas oportunidades.
En el piso de Telenoche, Néstor Ghino relató cómo fue el encuentro. Raponi se sorprendió cuando vio a las cámaras y dijo que no tenia nada para aportar. Luego, más calmo, reconoció que analizó con su familia -quienes se fueron de Córdoba- hablar públicamente, pero decidieron que no era lo mejor.
También aclaró que si hay alguien con quien hablar, lo hará primero con las víctimas. Sobre su estado económico, afirmó que quebró, que le llegan intimaciones todos los días y ya ni siquiera las lee. Su único ingreso, dijo, es lo que cobra como docente de la Universidad.
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La versión de la Justicia
Según informaron fuentes judiciales, Raponi manifestó que no sabe lo que provocó la explosión. Declaró que sacaron hipótesis sobre el stock que encontraron, pero no analizaron qué pasó. Una de sus teorías es que hubo gases que se mezclaron en la cañeria por debajo de su fábrica.
El empresario y profesor admitió que parte de los productos que explotaron no estaban declarados, pero que los iba a declarar. Inclusive deslizó la posibilidad de que pudo haber sido un atentado, porque alguien habría rondado la zona en los días previos preguntando dónde se podían conseguir explosivos.