Enviar dinero a sus países de origen era “moneda corriente” para las principales comunidades de inmigrantes en Córdoba. Pese a que, en su mayoría, no contaban con trabajos altamente calificados o “profesionales”, los bolivianos, peruanos y paraguayos podían progresar acá y también ayudar a sus familiares allá.
En los últimos años, la caída del poder adquisitivo -que afecta aún más a los sectores informales- hizo que esa situación se frenara: lo que se gana se usa para sobrevivir, y punto. No solo eso, en algunos casos se revirtió: algunos inmigrantes pasaron a recibir de su familia ayuda para, por ejemplo, viajar a sus países.
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María del Carmen tiene 33 años y es empleada de casas particulares. Llegó en 2009, con una Argentina que crecía y sueldos competitivos en la región. Dejó en Bolivia a su hijo y a su mamá, sabiendo que acá podía hacer una buena diferencia para enviar dinero y ayudarlos a mejorar su calidad de vida.
“En ese momento se podía ayudar a mi familia. Pero con el tiempo fue cada vez menos y hoy casi nada puedo ayudar”, lamentó. “Me da vergüenza a veces porque querés ayudar a tu madre, pero te tenés que ajustar porque no llegás. Tuvimos que volvernos de Bolivia un día antes del viaje porque nos quedamos sin plata”, relató.
Para Sandra, “la plata de acá, allá en Perú no es nada”. “Ahora no se puede mandar... No se puede ahorrar tampoco”, agregó. La trabajadora doméstica migró junto a su esposo y sus dos hijas, también en 2009.
“Ahora no se puede mandar dinero... No se puede ahorrar tampoco”
“Varios vecinos y familiares venían a trabajar acá (Argentina) y valía el triple allá (Paraguay) en ese tiempo. Nos convenía la plata de Argentina para enviar, porque valía mucho. Pero ahora está para atrás”, contó Federico, de 38 años, quien se dedica a la construcción y llegó a nuestro país en el mismo año.
Ellos tres son parte de los 120 mil inmigrantes que viven actualmente en la provincia de Córdoba, un número que no varió sustancialmente con la crisis económica ni con la pandemia. De este total, dos de cada tres viven en Capital y un 86% de esos 120 mil proviene de países sudamericanos, principalmente de Bolivia, Perú y Paraguay -en ese orden-.
“Se dedican, en su mayoría, al trabajo doméstico y la construcción, aunque también en oficios del rubro comercio y gastronomía”, indicó Marta Guerreño López, presidenta de la Unión de Colectividades de Inmigrantes de Córdoba (Ucic).
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En números
A raíz de este informe, El Doce le pidió algunos datos comparativos al Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Bolsa de Comercio de Córdoba. Y los gráficos impactan.
En los últimos 20 años, la economía de Argentina creció hasta 2011 y luego se estancó. Mientras que el crecimiento en Perú, Paraguay y Bolivia supera el 100% en dos décadas, y con una curva casi siempre ascendente, en nuestro país no llega al 60%.
A esto se le suma el 115% de inflación interanual (a junio de 2023) en comparación con el 2,7% de Bolivia, 4,2% de Paraguay y 6,7% de Perú. Una inflación que carcome los ingresos de los que menos tienen: los pocos pesos que pueden ahorrar -si es que pueden- sirven de poco en sus países de origen.
Otro valor del cual están pendientes los inmigrantes es el del dólar. En los últimos años, su precio se disparó en Argentina, a diferencia de lo que ocurrió en los otros tres países.
Volver no es una opción: “Acá hay trabajo”
Entonces... ¿Por qué quedarse en un país estancado, que permite que los ingresos apenas alcancen para sobrevivir?
“¿Volverías a tu país?”, fue la pregunta de este periodista a los entrevistados. La respuesta, palabras más o menos, fue unánime: “Pese a la situación difícil, en Argentina hay trabajo, hay oportunidades. Ya hicimos nuestra vida acá”.
La cultura del trabajo aparece como denominador común de los entrevistados y Guerreño López lo resume así: “Los migrantes tienen una fuerte cultura del trabajo. Son como los argentinos cuando se van del país, trabajan de cualquier cosa”. La funcionaria también remarcó la importancia de las “facilidades” que da Argentina para que los inmigrantes se radiquen de manera legal.
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Además de las oportunidades laborales, Guerreño López subrayó la posibilidad de acceder a educación y salud públicas, algo que escasea en otros países de la región.
“Lo lindo que tiene Argentina es que acá, el que quiere puede estudiar. Y el que estudia, vive bien”, opinó la funcionaria. “Acá hay mucha clase media, por más que va disminuyendo un poco... En Paraguay están los pobres y los ricos, y ser pobre es casi hereditario”, sostuvo Guerreño López, comparando la situación con la realidad de su país de origen.
Carmen y Federico se conocieron en Córdoba, donde lograron comprar un terreno y construir su casa en barrio 28 de noviembre. Tienen dos hijos que van a la escuela.
Sandra destaca, además de contar con una vivienda propia, la posibilidad de que sus hijas accedan a estudios universitarios: una se recibió, la otra está cursando.
Los inmigrantes sobreviven a la crisis de una manera especial, ya que sus familiares también sufren las consecuencias a varios kilómetros de distancia. Sin embargo, mientras esperan que todo mejore -y creen que va a suceder-, volver no es una opción. Eligen quedarse en una Argentina que, como siempre, viene con el combo completo.