"Si el consumidor se tiene que abstener de consumir que lo haga". Con estas palabras, el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, reconoció la preocupación del Gobierno Nacional respecto al alto precio que pagan los argentinos por la carne.
"Es un problema nuestro, quiero asumirlo como un problema integral, nosotros estamos gobernando. Se hace difícil controlar carnicería por carnicería. Nos queda hacer concientización y trabajar sobre el consumidor", señaló el funcionario.
El problema es que el precio del ganado en pie bajó un 17 por ciento desde diciembre (el kilo vivo de novillito pasó de 31 a 26 pesos en el Mercado de Liniers) pero ese descenso no se trasladó a las góndolas, donde, por el contrario, los precios siguen subiendo alrededor de un 15 por ciento desde el último mes del 2015.
Justamente, el Consorcio de Exportadores de Carnes emitió un comunicado donde advierte que “los consumidores continúan pagando los precios más altos desde la suba producida en diciembre, cuando la hacienda en pie y los precios salida de planta han tenido sensibles bajas”.
¿Por qué no baja la carne? ¿Quiénes son los responsables?
"La cadena comercial aprovecha para recomponer sus precios. La hacienda sube y luego baja, como ocurre ahora, pero la carne en la carnicería no. Esto viene de la mano de los costos, que no tienen que ver estrictamente con la carne, como los servicios, las paritarias y el transporte", señaló Dardo Chiesa, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).
"No hay una relación directa entre el precio de la hacienda y el de la carne. Hay que ver cómo es la realidad en cada uno de los eslabones. Puede haber un aumento en otros costos, como en el caso de los frigoríficos con las paritarias", señaló Daniel Urcía, presidente de la Asociación de Frigoríficos e Industrias de la Carne de Córdoba.