En medio de tanto ruido político, ya empezaron las despedidas de año y los menús de esta época del calendario.
Me tocó para la servilleta de este viernes disfrutar de las delicias de un cocinero no profesional, que prefiere el anonimato, porque su lucimiento está en los platos y no en el reconocimiento público, según le gusta decir.
Preparó para la entrada un rolls de conejo con unos espárragos grillados. Contó que son espárragos orgánicos, que -por cierto- son mucho más sabrosos que los que solemos comprar en las verdulerías.
El conejo estaba deshuesado y relleno de jamón crudo y aceitunas negras. La combinación entre el delicado sabor del conejo y el intenso del jamón y las aceitunas me resultó más que agradable. Todo salseado con una reducción de vino blanco en la que estaba cocinado el conejo.
Para el principal un cochinillo al horno con unas papas a la española. El cerdo tenía unos 4 kilos a lo sumo con la consecuente ternura. Bien crocante en el cuero y jugoso por dentro fue una excelente previa para las mesas festivas que se vienen.
Lo hemos comido en lugares como El Celta, que lo sirven al estilo segoviano, esto es presentarlo entero y cortar cada trozo con el canto de un plato. Pero el cocinero aficionado decidió cortarlo en la cocina y adornarlo con unas rodajas de naranja.
Lo disfrutamos igual.
Buen provecho.