Pocas cosas tan poderosas como un cocinero amateur con ganas de interpretar recetas de consagrados chefs.
Me tocó para la servilleta de este viernes disfrutar de la maestría de un amigo, amante de la política y aficionado a la gastronomía, que sacó un libro del gran Francis Mallmann para agasajarnos.
Con una simple y amplia plancha de hierro fundido, y mucho fuego como aconseja Mallmann, Daniel se armó un delicioso menú.
Sin pretensiones, anunció que el principal sería cerdo a la mostaza. Y cuando todos esperábamos algo más o menos sencillo, nos dimos con unos generosos bifes de vacío de cerdo, que después de salpimentarlos, le puso una hoja de salvia y los cubrió con un preparado de mostaza y crema y lo coronó con una buena feta de buen jamón crudo.
Plancha bien pero bien caliente y allá fueron los bifes de cerdo, que quedaron bien sellados con el jugo adentro y el delicioso toque de la mostaza y el jamón.
Para la guarnición, unas papas fritas en grasa de cerdo, que retiró de la sartén, pasó por papel absorbente, tiró la grasa sobrante y mezcló con abundante perejil picado.
Después de que comimos, limpió la plancha y ahí armó el postre.
Una buena cantidad de manteca sobre el candente hierro, tallos de romero fresco, y unas naranjas peladas y cortadas por mitades. Un toque de azúcar impalpable y a esperar que queden bien grilladas.
Antes de servirlas, les puso una cucharada de queso mascarpone y quedamos ante un postre, titulado naranjas quemadas al romero, que repetimos casi todos los comensales.
Buen provecho.