Agustín Torres Gagliano tenía 17 años cuando entró caminando a la operación en la que tenían que arreglarle la muñeca que se le había quebrado jugando al fútbol. Pero salió cuadripléjico.
Hoy se cumplen seis años de aquel 5 de agosto de 2013, cuando fue operado en el Hospital Ferreyra y su vida cambió para siempre. Desde ese día solo se mantiene vivo gracias a un respirador artificial y está postrado en una cama en su casa en barrio Los Plátanos. Se comunica con los ojos y no tiene control de su cuerpo.
"Nuestro mundo se convirtió en cuatro paredes", contó su mamá angustiada y relata al mismo tiempo el amor con el que lo cuida todos los días. "Yo elijo cada día quedarme al lado de él" dijo Elizabeth al móvil de Arriba Córdoba.
El joven se había lastimado jugando al fútbol. "Amaba jugar al fútbol. Estaba preocupado porque no iba a poder jugar por tres meses. Era sano y le truncaron todo. Ese año egresaba de la escuela", dijo la mamá.
El dolor de su gemelo
Agustín tiene un hermano gemelo, Luca, que todavía no puede creer lo que le pasó. "Sentimos un dolor muy grande que no se va nunca. Los dos teníamos lo mismos hábitos. Deberíamos estar los dos cumpliendo los mismos sueños", contó con dolor el joven.
+ MIRÁ MÁS: El conmovedor gesto del plantel de River con un joven cordobés cuadripléjico
Sin explicación
La mamá relata que desde el primer día nadie les dio una explicación: "Cuando Agustín entró al quirófano yo dije 'mire doctor que le entrego a mi hijo' y me dijo: 'señora, esto es algo de todos los días'".
Era una operación ambulatoria, sin riesgos, anestesia local, y duró cinco horas. "Cuando salieron los médicos me dijeron que no sabía lo que había pasado", relató angustiada Elizabeth.
Sin justicia
La familia denunció al hospital por mala praxis, pero el fiscal Víctor Chiapero, que investiga lo ocurrido, desestimó la denuncia por considerar que era uno de los posibles riesgos de la operación. "No lo entendemos", dijo la mamá.
Ahora, la causa está en manos de la Cámara de Apelaciones. Mientras tanto, pasan los días y los años y la familia no encuentra explicación ni consuelo.