6 de noviembre de 2014. Fecha que muchos vecinos de barrio Alta Córdoba jamás olvidarán. La explosión de la Química Raponi SRL hizo estragos: viviendas ubicadas en un radio de nueve manzanas se vieron afectadas. Algunas colapsaron, otras tuvieron roturas de vidrios y aberturas.
Además, la detonación ocasionó la muerte de María Angélica Cueto (64), luego de que se le cayera un portón encima por la onda expansiva. Pablo Amaya, que en aquel momento tenía 16 años, sufrió graves heridas y debió ser operado de urgencia. En total, hubo más de 60 lesionados.
Ya pasaron siete años de aquel fatídico hecho. El dueño de la planta, Sergio Hilton Raponi, es el único imputado por supuesto delito de estrago doloso agravado por el resultado mortal. Se prevé una pena de entre 8 y 20 años de cárcel. Sin embargo, aún continúa libre. El juicio se iba a desarrollar en el 2020, pero fue pospuesto sin fecha.
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Son muchas las víctimas que se sienten olvidadas y que todavía exigen justicia. Es el caso de Gustavo Jachuf, quien tenía departamentos y un taller mecánico al lado del galpón de Raponi, donde se almacenaban sustancias químicas altamente inflamables.
En el lugar solo quedaron escombros. Lo perdió todo porque la destrucción fue total. El terreno quedó en desuso y con deudas impositivas que nadie puede pagar. “No saqué ningún rédito como para poder pagarlo. Ya se procedió al embargo de cuentas y pronto van a embargar esta propiedad”, lamentó Jachuf en diálogo con El Show del Lagarto.
Relató que el primer año quedó exento de impuestos. Sin embargo, al tiempo comenzaron a llegarle las boletas del impuesto Inmobiliario, tanto de la Municipalidad como de la Provincia. “La propiedad tributa como si estuviera construida”, se quejó. “Es insólito, es una burla”, agregó preocupado y ya sin esperanzas de recibir la ayuda prometida.
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