Durante mucho tiempo, el rojo y el verde fueron sinónimo de Navidad. En 2025, esa fórmula empieza a quedar atrás y la decoración del hogar se anima a otros caminos. La tendencia apunta a ambientes más relajados, con colores suaves y menos contraste, algo que ya se nota en frentes de casas y edificios.
La puerta principal cobra un rol central en esta renovación. Como primer contacto con el hogar, pasa a ser un espacio pensado con más intención estética. En lugar de tonos fuertes o combinaciones tradicionales, se eligen colores que acompañen la arquitectura y no saturen la vista.

El gran protagonista de esta temporada es el beige cálido. En versiones claras como crema, arena o lino, este tono aporta claridad y una sensación acogedora sin ser llamativo. Además, funciona como base neutra para sumar detalles navideños discretos y bien integrados.
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Este cambio responde a una forma distinta de vivir las fiestas. Decoradores y diseñadores hablan de una preferencia por celebraciones más tranquilas, conectadas con lo natural y con menos exceso visual. El beige encaja perfecto con estilos como el minimalismo suave o el diseño orgánico, muy presentes hoy.
Para aplicar esta tendencia, se puede pintar la puerta o sumar revestimientos temporales en tonos claros, acompañados por coronas de ramas secas, eucalipto o pino. Las luces cálidas, los metales como el dorado o el cobre y los textiles naturales completan el conjunto. La idea no es perder el espíritu navideño, sino actualizarlo y adaptarlo a gustos más personales.



