El inicio de un nuevo año suele estar cargado de rituales y símbolos. Entre ellos, el color de la ropa ocupa un lugar central. Desde la mirada del Feng Shui, hay un tono que se impone por sobre otros y que se presenta como el más indicado para dar la bienvenida al año que empieza.
Para esta corriente ancestral, el verde es la mejor opción. Está ligado al elemento madera, que representa desarrollo, renovación progresiva y vitalidad. No se trata de un cambio brusco, sino de un proceso que crece con el tiempo, al igual que los proyectos personales, la salud y las metas a largo plazo.
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Durante años, el blanco fue el color más elegido para Año Nuevo por su asociación con la limpieza energética y el cierre de ciclos. Sin embargo, el verde propone otra lógica: no cortar con lo anterior, sino avanzar desde lo ya construido, fortaleciendo lo que existe y permitiendo que evolucione de manera equilibrada.
Además, este color remite de forma directa a la naturaleza, transmitiendo calma, estabilidad y arraigo. En términos energéticos, ayuda a bajar tensiones, ordenar emociones y encontrar un punto medio entre mente y cuerpo, algo especialmente valorado en contextos de estrés o incertidumbre.
Desde el Feng Shui, vestir verde en Año Nuevo también se vincula con la creatividad, la sanación y la constancia. Por eso, muchos especialistas sugieren incorporarlo no solo en la ropa principal, sino también en accesorios o pequeños detalles, como una forma simbólica de atraer un año más armónico y sostenido en el tiempo.



