Mauro Morandi, también conocido como el “Robinson Crusoe italiano”, falleció a sus 85 años tras pasar más de 30 años viviendo alejado en una isla desierta del Mediterráneo. Lo que en un principio comenzó como un viaje accidentado se terminó transformando en la decisión consciente de alejarse de todo rastro de civilización y convertirse voluntariamente en el único ser humano en una tierra deshabitada.
Todo comenzó cuando en 1989 Mauro se encontraba navegando a bordo de su catamarán por la Polinesia. En ese momento, un desperfecto mecánico lo obligó a tocar puerto lo más pronto posible. Fue allí cuando descubrió a Budelli, una pequeña isla del archipiélago de La Maddalena, frente a las costas de Cerdeña, famosa por su playa de arena rosa.
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En ese momento Morandi se enteró de que el cuidador de la isla estaba apunto de jubilarse. Fue allí cuando decidió dar un giro de 360 grados a su vida y se convirtió en el guardián solitario de aquel alejado paraje. Durante sus 32 años en la isla, mantuvo limpias las playas y enseñó a los excursionistas sobre el ecosistema de la isla. También traía suministros como parte de su trabajo e instaló un sistema de energía solar improvisado.
A pesar de su aislamiento voluntario, Morandi se adaptó a los tiempos modernos y se convirtió en una celebridad en redes sociales, acumulando más de 70.000 seguidores en Instagram y Facebook. En sus cuentas se dedicaba a compartir postales de su paraíso personal.
En 2021 fue desalojado cuando la autoridad del parque de La Maddalena se propusieron renovar el lugar. Es por este motivo que lo obligaron a abandonar su hogar. En los últimos meses, su salud se deterioró tras sufrir una caída que le causó una fractura en la vértebra cervical, complicada por una diabetes que padecía desde hace años.